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Tuesday, October 19, 2010

Lecciones de Estados Unidos:los votantes americanos rechazan el aumento del gasto público propuesto por Obama



La elocuente forma en que una ciudadana americana de raza negra le lava la cabeza al presidente de los Estados Unidos en público por no tener mejores respuestas ante la desocupación generada por la crisis inmobiliaria muestra la diferencia entre los ciudadanos que controlan a sus gobernantes y los "despiden" mediante el voto con la de los "súbditos" que tratan de congraciarse con los dictadores civiles que controlan los tres poderes y la caja en Venezuela, el arco bolivariano y Argentina.

Nadie se salva de la ira del votante y del que paga impuestos si no hay resultados casi inmediatos y si se gasta más de la cuenta. Los votantes no sólo no se callan, sino que en los "town halls" exigen a los candidatos de las elecciones legislativas, como el senador Specter -que recibe aquí una silbatina antes de ser expulsado del Congreso por el voto-



Los americanos se sienten ciudadanos y se preocupan por el costo inoportuno de incorporar a todo el mundo al seguro de salud en medio de una severa recesíón pues saben que el costo del seguro hace que las pequeñas y medianas empresas -que emplean al 70 % de los americanos en todo el país- eviten tomar personal.

Obama cedió a las presiones del ala "progresista" de su partido -sindicatos estatales y docentes, abogados laboralistas, gremios automotrices- (beneficiarios de costosísimas pensiones especiales) y utilizó su mayoría legislativa para imponer la generalizacion del seguro de salud obligatorio (que pagan los empleados y los empleadores) en medio de una recesión que ha duplicado el desempleo a niveles inaceptables para los americanos (acostumbrados a un 4 % contra el 9,6 % actual)

Las protestas contra mayores impuestos -con las que nació el país contra los de la Corona británica en 1776- han dado origen a rallies del llamado "Tea Party" contra el crecimiento insostenible de un Estado empeñado en dos guerras, una recesión global y una declinación del valor de las viviendas en las que los americanos habitualmente usan como fuente de crédito para sus negocios y enviar a sus hijos a las universidades.




Obama enfrenta como consecuencia, una severa derrota electoral en dos semanas a apenas dos años de asumir el gobierno. Probablemente perderá la mayoría en la casa de Representantes (diputados) y quizá incluso en el Senado.

Esto -que haría perder el sueño a los Kirchners y Chavez del sur del continente- es visto como algo positivo por la mayoría de los americanos, que prefieren un gobierno controlado por la oposición a uno poderoso y absoluto.

En 1994, Bill Clinton perdió abrumadoramente las elecciones y el Congreso dominado por la oposición lo obligó a cambiar el tradicional programa demócrata de mayor gasto por cortes de impuestos que hicieron crecer la economía espectacularmente y le permitieron ganar un segundo término y dejar el poder con un superavit de 3 trillones de dólares que luego el gobierno de Bush convirtió en un déficit de 8 trillones y que la reforma sanitaria de Obama amenaza con llevar a insostenibles 13 trillones en 2014.

Lo que ocurrirá el 3 de Noviembre en Estados Unidos será otra nueva muestra del poder autocorrectivo de la democracia liberal y republicana, donde los que gobiernan son empleados y no empleadores de los que los eligen.

El mercado de valores ya ha comenzado a subir, esperando una corrección del rumbo por la vía democrática.

En los países de América Latina con repúblicas democráticas más sólidas y balanceadas -Chile, Colombia y Brasil-, los votantes han demostrado que votan con prudencia y tratan de cambiar el gobierno -por más popular que Bachelet, Lula o Uribe hayan sido- si creen que la oposición cuidará mejor de los intereses del país y evitará abusos de poder.

La verdadera revolución no consiste en la toma del poder por la fuerza -o por una elección que da mayorías circunstanciales- sino en que los votantes conserven la capacidad de despedir y reemplazar a los gobiernos.

En una verdadera democracia, los gobernantes tienen sano temor de los gobernados.

Para pensar
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Referencias

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