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Friday, January 28, 2011

Commodities III: Los ganadores festejan, los perdedores incendian Medio Oriente, Asia y América Latina


Como anticiparamos en este Blog, el alza meteórica de los alimentos ha detonado conflictos en toda la costa mediterránea del África que lanzan en desesperación a las calles a los pobres y las clases medias, siguiendo el mapa de "ganadores" y perdedores en el comercio de alimentos en el mundo:


Los conflictos que estallaron en cadena en Tunez, Argelia, Marruecos, Egipto y que ya se están extendiendo a Jordania y Siria no son nuevos en sí mismos. Las rebeliones por hambre son más frecuentes que las que reclaman libertades en el mundo que vive por debajo de la canasta mínima de alimentos y energía

Pero la caída de las dictaduras populistas de Tunez y Egipto no generará la democracia que esperan los jóvenes que twitean en las calles o las coberturas igualmente esperanzadas de los periodistas de Al Jazeera -residentes en el Qatar de 70,000 dólares de PBI per cápita, educados en Estados Unidos y angloparlantes-
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Lo que generará son probablemente tres salidas -como en las anteriores crisis de 1979 -iniciada por el alza del petróleo de los mismos jeques y dictadores medio orientales- y de los 80 en Pakistan.

  1. Salida Irani: la dictadura populista es reemplazada por una teocracia fundamentalista -como la que puede caer en Irán si se repiten las protestas generadas por el alza de los alimentos el año pasado-
  2. Salida Pakistani: el ejército toma el poder y establece otra cadena de dictaduras plutocráticas como las de Pakistán, Myanmar o Indonesia
  3. Salida Nacionalista: cuadros medios del ejército y la policía establecen dictaduras nacionalistas como las de Gaddafi en Libia -otra que puede caer en esta oportunidad-, la de Nasser en el Egipto de los cincuenta, o las de Perú y Bolivia en los setentas
En cualquiera de los escenarios, el furor del hambre no alterará sus causas: la ausencia de libertades y derechos humanos mínimos, pero volcará la furia contra enemigos "externos" -vecinos con los que guerrear, los clásicos villanos Estados Unidos o Europa -que nuevamente han sido sorprendidos a los abrazos con los depuestos (como Jimmy Carter con el Shah o Sarkozy con Ben Ami)-.

Los roles tradicionales atribuídos por la propaganda se ven invertidos: los generales egipcios están en Washington tratando de convencer al gobierno de Obama que los deje reprimir sin condenas y los gobiernos occidentales se contorsionan para evitar apoyar la represión de los manifestantes.

Los europeos ven con creciente temor el caos social y económico del otro lado del Mediterráneo, que amenaza con potenciar otra enorme ola migratoria de refugiados precisamente en el momento en que los "estados benefactores" enfrentan la quiebra y reducción de subsidios y una creciente marea anti-inmigrantes.

En América Latina, la rica agroexportadora argentina se está ya enfrentando con mareas de bolivianos, paraguayos y peruanos que huyen del hambre y se cuelgan de los subsidios en las afueras de las grandes ciudades.

En otra espiral de la crisis de alimentos, la probable caída del gobierno de Egipto amenaza el tránsito por el canal de Suez, encareciendo una vez más combustibles y alimentos que a su vez, retornan para herir a los mismos protestatarios.

Los verdaderos culpables del derramamiento inútil de sangre -que no cambiará ni el hambre ni la opresión sino que los reemplazará por otros (y que probablemente generará más hambre, éxodos y desalojos de las zonas de conflicto) - son los supuestos "ganadores" de la fiesta de las commodities impulsada por el "comunismo de mercado" de China, los países petroleros que ya generaron la crisis de 1977-79 y los sojeros que están generando la actual- terminarán experimentando el "boomerang" del impacto de los petrodólares, gasodólares y granodólares en la forma de espirales inflacionarias desestabilizadores.

El uso de subsidios a los alimentos y combustibles en los países afectados opera como gasolina sobre las llamas, generando déficits incontrolables y agravando la escasez y el mercado negro que terminan convirtiendo el hambre en ira y saqueos.

Entrar en los subsidios es fácil, salir, muy complicado. En Egipto, la suspensión de los subsidios al pan con 40 % de la población bajo la línea de pobreza, provocó que millones de egipcios se lanzaran a las calles en 1977 en lo que se llamó "la intifada del pan" y que terminó con 800 muertos. El mismo problema ha estallado en la cara de Morales en Bolivia, Chavez en Venezuela y amenaza al gobierno de Kirchner en Argentina.

Permanecer en los subsidios con un alza de los precios de commodities que duplica el crecimiento de las exportaciones de los mismos productores es imposible.

De allí, el dramático inicio de la crisis en Medio Oriente.

Escuchemos a sus víctimas

Egipto


Argelia

Pakistan

Bolivia

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Referencias
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3 comments:

Nalé Roxlo said...

La tormenta inflacionaria global desatada por la espiral de precios de commodities recien empieza, y seguramente -como bien plantea el articulo- va a llegar con más fuerza a América Latina. Los primeros síntomas ya son las inflaciones descomunales de Venezuela y Argentina, y la quiebra del sistema de subsidios en Bolivia.
Las hiperinflaciones no se miden ahora en pesos o bolívares, sino en dólares. Con dos dígitos basta para poner en marcha atrás el PBI y aumentar un 2 % el numero de pobres, asi que saquemos la cuenta

Raymond Aron said...

El derrumbe del viejo sistema colonial americano deja al desnudo la ausencia de alternativas entre sus beneficiarios -dictadores corruptos como Mubarak, la populosa oligarquía saudita y la cleptocracia saduí- y las teocracias que proponen el saqueo y genocidio desde argumentos igualmente falaces.

Raymond Aron said...

La evolución de las protestas en Egipto, Irán y ahora Bahrein ha demostrado ir más allá del hambre que señala Gandhi en este artículo. La rebelión liderada por jóvenes que en lugar de unirse a Al Qaeda o gritar "muerte a América" usan precisamente el modelo de resistencia no violenta muestra que hay un fondo esperanzador a seguir. Así lo señalo en mi artículo sobre Natan Sharansky.