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Wednesday, January 12, 2011

Lecturas recomendadas 2: Como se re-escribe la "historia oficial": Tulio Halperin Donghi analiza el revisionismo historico argentino

"Quien controla el pasado" -decía el slogan del Partido- "controla el futuro: y quien controla el presente, controla el pasado.".
George Orwell, 1949, "1984"
En un reciente ensayo (2005) sobre el revisionismo histórico argentino -El revisionismo histórico como visión decadentista de la historia nacional (Siglo XXI), Tulio Halperín Donghi expone el papel que este supuesto movimiento historiográfico tuvo en la gestación de la primer ruptura del orden constitucional (1930) y los casi 80 años de declinación hacia diversas variantes del fascismo -militares y civiles- que la siguieron, llevando gradual pero sostenidamente a la Argentina -que en 1912 tenía el mismo ingreso per cápita que Estados Unidos, el doble del de Francia y casi tres veces el de España- a su alarmante declinación cultural y económica actual.

Halperín Donghi -doctor en Historia, residente en Estados Unidos desde 1966, profesor de las universidades de Oxford y Berkeley- expone con rigor y con oportuna ironía en ese libro y en sus reveladoras memorias del período 1930-1990 (Son Memorias, siglo XXI) la forma en que el "revisionismo" histórico reescribió la historia argentina, reemplazando la mitología preexistente por otra en la que nuevos "próceres" conformaban una cadena que comenzaba con Rosas y culminaba con Perón.

Esta cadena estaba de hecho, construída al revés: desde el presente que se deseaba justificar -la dictadura militar de Uriburu en el caso de los hermanos Irazusta y el primer revisionismo, la hagiografía de Perón en el caso de José María Rosa, y la de Fidel y el Che en los de Hernandez Arregui y Abelardo Ramos- hacia el pasado que se reorganizaba mediante una no siempre cuidadosa alteración, omisión y manipulación de datos.

De este modo el Rosas latifundista, dictador centralista que terminaría autoexilándose en Inglaterra se transformaba de la mano de Rosa y sus compinches en un carismático populista, federalista y enemigo del imperialismo británico -a imagen y semejanza precisamente el cuadro que hacia 1945-55 se pintaba en la hagiografía de Perón-

Los caudillos Lopez y Ramirez -que combatieron contra Artigas y luego entre sí sin ahorrarse la decapitación (López exhibía en una jaulita la cabeza de su rival Ramirez para advertir a otros posibles) se convertían de la mano y pluma de los autores de la nueva "historia oficial" en defensores de los gauchos pobres contra la "burguesía porteña" -de la que a su vez omitían a su principal líder, el mismo Rosas-

Los revisionistas argentinos eran discipulos directos del fascismo francés de Maurrás y del italiano de Gentile y en la misma década que estos dos redactaban los discursos justificadores del régimen de Vichy y del de Mussolini, harían lo propio con las dictaduras de Uriburu, Justo y los gobiernos de la "década infame".

Perón -que los llamó acertadamente "piantavotos"- se los sacó de encima dándoles el control de las universidades entre 1945 y 1955, que ejercieron defenestrando a sus predecesores conservadores y a cualquiera que no adhiriese a la nueva "línea oficial" exigiendo el carnet del Partido Justicialista como pre-requisito para continuar en la cátedra. (en un pasaje humorístico del libro, se comenta cómo el filósofo Vicente Fatone fue exonerado de todas sus cátedras por inscribir su número de aporte jubilatorio en lugar de un número de carnet partidario)

Siguiendo la ley de las consecuencias impensadas, la defenestración de casi todo el cuerpo académico preexistente no sólo eliminó a los conservadores y a eminencias como Fatone, sino que abrió por vía de emergencia numérica, el acceso a la cátedra al joven Halperín Donghi, quien por edad y carencia de afiliación nunca lo hubiese logrado de otro modo.

La historia continúa en el presente, con los Piglias y Feinmans difundiendo por prensa, cátedras formales y televisadas en el Canal Encuentro y programas oficialistas, una nueva iconografía en la que los nuevos héroes son los Castro, Guevaras, Chavez y en línea sucesoria directa, los Kirchner, nacidos a esta historia como la Venus de Boticcelli del mismo fondo marino.

Pero -como reza una canción de la iconografía evitista moderna compuesta por el rockero Lito Nebbia-, "si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia"

Y en efecto, Halperín Donghi, Jorge Luis Romero y los historiadores profesionales están allí para demostrarlo.

La lectura de los dos libros que recomendamos muestra además que la historia que se oculta e ignora, también se repite como un continuado acto fallido.


Coda (2015)

Tulio Halperin Donghi lamentablemente nos dejo en 2014 (fallecio el 17 de noviembre en Berkely donde daba catedra) pero nos deja su obra reconocida internacionalmente por la historiografia profesional.


En el tiempo transcurrido desde la primer publicacion de este articulo  -que ahora parece profetico- el gobierno de Cristina Kirchner creo el Instituto del Revisionismo Historico (sic) dedicado, como su nombre y acta de fundacion indican, a revisar y reescribir la historia argentina en favor del bando "nacional y popular" segun lo definia el gobierno de entonces. 

Su promotor y primer director, el psicoanalista Pacho O'Donnel (esto en si mismo un interesante acto fallido), renuncio y pidio su disolucion a 16 meses de creado, argumentando -en un segundo fallido- que "nuestros enemigos (sic) no eran los Romero (por Luis Alberto Romero, historiador profesional que escribe regularmente en La Nacion, hijo de otro famoso historiador, Francisco Romero), sino que estaban adentro".

Este episodio recuerda otro similar, en la era del denostado Menem en el que Jorge Abelardo Ramos -un trotskysta devenido peronista "revolucionario" devenido neoliberal menemista (como su discipula Cristina Kirchner, que inicio su "militancia" no en el peronismo sino con el partidusculo de Ramos (que cosecho 20,000 votos en las elecciones de 1973)- se convirtio en funcionario del gobierno de Menem.

Asi pasan de rapido los publicitarios politicos que fingen ser historiadores.

Y los lideres politicos que quieren reescribir y ocultar sus pasados zigzagueos ideologicos.

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Referencias
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2 comments:

Bioy said...

Halperín Donghi es otro de nuestros historiadores "invisibles". Mientras Piglias y Feinmanns llenan las horas de los canales estatales pagados con fondos públicos, a Halperín hay que buscarlo en las librerías o en algunos videos de YouTube como los que ilustran su artículo.
Gracias por las recomendaciones.

Antonio Machado said...

El sentido del humor de Halperín Donghi hace aún más contundentes los datos que aporta su medio siglo de investigación histórica, desnudando con fundamentos las distorsiones caricaturescas de los revisionistas argentinos, una suerte de periodistas de trinchera que inventan noticias del pasado.