Quienes se dedican al estudio de las ciencias sociales suelen encontrarse con una critica limitacion para sus investigaciones: a diferencia de las ciencias naturales, se les dice, en el estudio de las sociedades no es posible efectuar experimentos aislando las variables.
Como toda generalizacion, es posible sin embargo encontrar algunas excepciones. En el caso de las ciencias politicas y sociales, Argentina y Uruguay proveen un excelente ejemplo.
Para quienes visitan estos dos paises vecinos del Rio de la Plata, es casi imposible distinguir uruguayos de argentinos: acentos, fisonomia, costumbres son tan similares como los que pueden encontrarse entre hermanos de una misma familia.
Y es que la historia de 1810 a 1930 ha sido una. Sin embargo, pasado este hito, se puede comprobar algunas de las diferencias mas notables: en 1930, Argentina hizo su primer golpe fascista e inicio su declinacion hacia el populismo nacionalista.
Uruguay, en cambio, quedo como testigo y testimonio de lo que era la Argentina antes del experimento populista-peronista. En este diminuto pais, las izquierdas y derechas no optaron por la confusion sino por mantener sus caracteristicas como en Europa.
Hasta los nombres de las calles y de personas reflejan los cambios: mientras Uruguay conserva su admiracion por los Estados Unidos y tiene avenidas Roosevelt y presidentes socialdemocratas bautizados Wilson y comentaristas de futbol llamados Washington, en Argentina se cambia constantemente el nombre de las calles reeemplazando "imperialistas" como Canning por "nacionalistas" como Scalabrini Ortiz y se demuele el monumento a Colon para reemplazarlo por el de la guerrillera Juana Azurduy a pedido del "comandante" Chavez.
En la practica, mientras la presidente de Argentina se somete y cambia su propia historia conforme a las opiniones politicas de un difunto paracaidista devenido dictador de Venezuela y entrega la Patagonia (militar y economicamente) a China a cambio de yuanes por venir, el de Uruguay no tiene mas que invitar a miles de empresarios argentinos a invertir en su pais con el argumento simple de que "la platita no se la vamos a tocar".
En Argentina, los terroristas de los grupos Montoneros y el ERP se convirtieron rapidamente en funcionarios y las causas de derechos humanos se tornaron en negocios inmobiliarios, cooptados por los gobiernos de turno.
Basta con ver la diferencia de estilos de sus presidentes: mientras el uruguayo Jose Mujica vive austeramente y habla con respeto de sus leyes y gobernados, su colega argentina Cristina Kirchner hace casi todo lo contrario:
En Uruguay, los Tupamaros como el actual presidente se tornaron democraticos, aceptaron las lecciones de sus errores y tiempos de carcel y cerraron las heridas de los conflictos de la decada del setenta.
Hoy basta con viajar al Uruguay para comprobar las perturbadoras diferencias. La violencia social, las villas miseria y el uso del conflicto social que dominan la escena politica argentina estan ausentes del otro lado del Rio de la Plata.
La formula es simple: si desean volver a lo que los distinguio hasta 1930, los argentinos solamente deberian eliminar el populismo que los ha desmoronado. Uruguay prueba que no es imposible.
Basta con tomarse unas vacaciones
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