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Tuesday, March 23, 2010

La Argentina improductiva

Un reciente articulo del economista Orlando Ferreres pone el dedo en la llaga de la decadencia argentina: la improductividad crónica de sus "modelos" económicos.

Los argentinos no sólo ganan mucho menos que americanos o españoles: producen mucho menos y exportan sus capitales y ciudadanos mejor preparados a España o Estados Unidos, donde en lugar de combatir el capital y dificultar el trabajo, los apoyan, atraen y recompensan adecuadamente.

La Argentina improductiva está encabezada por miles de funcionarios que aumentan sus ingresos "formales" un 92 % mientras los que producen bienes usables o exportables los ven caer contra la inflación creada por la máquina de imprimir billetes y deuda manejada por esos mismos funcionarios:


Del 64 % del PBI del que se apropia el sector improductivo, sólo un 7 % va a Salud, Seguridad o Educación -los tres rubros que son obligación formal del sector estatal-, mientras que un robusto y creciente 40 % va a "subsidios" al consumo de la clase media alta y a empresas contratistas del Estado monopólicas o -para usar un término acuñado por este Blog- "amigopólicas" -en tanto sus titulares son o bien amigos y aliados o bien testaferros del gobierno-

La prueba más contundente de la improductividad de un sistema donde sólo un 40 % de la población tiene empleo "en blanco" -es decir, contribuyendo al sistema jubilatorio y con impuestos y derechos laborales- y el restante 60 % se divide entre un 35 % de jubilados que ganan menos de una canasta familiar -en el 75% de los casos- y un 26 % subocupado, en "changas", "planes sociales" o directamente desocupado- es caminar por las calles de Buenos Aires a cualquier hora del día.
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Quienes hayan tenido oportunidad de hacerlo por Nueva York, Chicago, Londres, Paris, Barcelona o Madrid, notarán de inmediato una serie de señales que indican la presencia de un sistema improductivo: miles de locales -no turistas- deambulando constantemente por las calles transportando papeles de una oficina a otra porque los sistemas electronicos no funcionan: "motoqueros" transportando más papeles de una parte a otra de la ciudad, preocupados escribanos y abogados acarreando valijas con efectivo de una bóveda de un banco a otra para comprar o vender propiedades al contado y en rigurosos dólares, más -por supuesto, aproximadamente 1 a 2 millones de ladrones en diferentes especialidades acechando en "salideras bancarias", robo callejero o a mano armada de series de comercios que ya están habituados al asalto diario.
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A esto debe agregarse el bloqueo continuo de calles y accesos por "protestas sociales" que la policía tiene órdenes de "no reprimir" y que paralizan diariamente la ciudad con unos 120 episodos.

La improductividad -logicamente- incuba impotencia, parasitismo, adicciones y delincuencia que acosan como flagelo al 60 % de la población en empleo precario, dependiente de la mendicidad, el delito -de la punga al narcotráfico- , la limosna clientelista y diferentes formas de apropiación salvaje y caótica de la propiedad ajena o pública -como las desbordantes villas 31, 31 bis y las que brotan en todas las zonas de la ciudad en donde hay un terreno baldío u ocupable.
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Los que tienen empleos ganando el 20 % de lo que percibe un español pagan por lo que consumen como los turistas que llegan con euros o dólares en cruceros de excursión a una ciudad que ha padecido -con el modelo de la "megadevaluación" de 2002- una inflación del 20 % anual en dólares durante los últimos 8 años, que han colocado los precios argentinos al nivel de los españoles o americanos.
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El "modelo" económico clientelista "resuelve" el problema subsidiando precios por debajo de los costos reales con fondos extraídos de los bolsillos más humildes: IVA, jubilaciones públicas, obras sociales sindicales, Anses, coparticipación y -por supuesto- de los sectores productivos exportadores mediante colosales retenciones o aún más delirantes prohibiciones de exportar "compensadas" para la venta para el consumo interno de alimentos, energía y combustibles que comienzan a escasear por falta de estímulo al productor.
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El espectáculo de la improductividad está a la vista todos los días, frustrante y corrosivo, conduciendo a la Argentina a una constante, visible decadencia que se acelera peligrosamente de la mano de gobiernos, opositores y ciudadanos habituados a vivir hoy a costa del hambre y la miseria que inexorablemente -como a los 1,100 familias que ingresan a las villas cada mes- se los llevará en el futuro.
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La Argentina -que entre 1853 y 1925 estaba en PBI por habitante entre el 100 y el 80 % de los Estados Unidos- ha venido cayendo -de la mano de distintas variantes del sistema clientelista, corrupto e improductivo- a menos del 40 % y sigue en caída más lenta o más rápida, pero inexorable como muestra la tabla estadistica comparativa 1853-2009:


La respuesta obvia está en la misma historia argentina: si repitiéramos lo que nos hizo prósperos: la inversión en educación y salud más alta de América Latina, moneda fuerte, libertad de empresa y de comercio, justicia eficiente, regla de ley -todos componentes previstos en la Constitución de 1853 y el sistema que guió al país en sus primeros 70 años- Argentina gozaría de la prosperidad estable que tienen Chile y Uruguay.

No habrá solución al dilema de la decadencia de uno de los países más ricos y dotados del mundo hasta que sus propios habitantes se den cuenta de su error y comiencen a comportarse como sus abuelos.

Así de simple. Así de difícil.

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Referencias

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2 comments:

Discepolin said...

Brillante, Xul: Ferreres da en el clavo: no se puede vivir mejor en un país que se levanta recién a las 10 de la mañana, donde todo el mundo pierde el tiempo (quiera o no quiera) y donde lo único que importa es el seleccionado , el tenis, o "Bailando por un sueño" -todas formas de escapar de la realidad que duerme envuelta en diarios y comiendo basura en las veredas de todo el país.
Socialismo sin estado, capitalismo sin capital, democracia sin leyes es la receta paar el hambre y el tobogán.
Lo peor de todo -para mi molesta sensibilidad- es que estamos de nuevo bajo una dictadura -en este caso del lumpen proletariado (de guante blanco y de cachiporra)- como en los setentas, esta vez, del otro bando.
Argentina va otra vez en camino de la miseria, gastando a cuenta el billete de la Lotería Sojera de Navidad...

Horacio Quiroga said...

Por cada dolar que entra, salen 2 o 3. Eso explica claramente porque hay que manotear las reservas y seguir aumentando la deuda a ritmo tan alegre como el de los locos noventas.
Claro que ahora los 124 mil millones que acumulamos tras el "pagadios" de 2002 son mucho mas duros de borrar. Ya los giles se avivaron.