Mientras la América Latina "bolivarianizada" se sigue debilitando y atrasando en los círculos viciosos de cambios ficticios entre la "derecha" neoliberal y la "izquierda" neofascista que se anulan recíprocamente trasladando ingresos a los mismos grupos de amigos del poder y ahuyentan las inversiones y el acceso a crédito genuino, Brasil ha optado por distinguir sólo dos direcciones: "hacia adelante" o "hacia atrás".
Y ha optado por ejecutar y mantener el rumbo "hacia adelante", con metas claras: -crecimiento económico acelerado, penetración en nuevos mercados, exportaciones de alto valor agregado, atracción de inversión extranjera- con gobiernos de "derecha" o de "izquierda" (que además colaboran entre sí)
Esta imagen de normalidad y sentido estratégico es lo que distingue a Brasil de Cuba, México, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, países en los que los presidentes conspiran unos contra otros y jamás hacen otra cosa que asumir echando las culpas a "la herencia del pasado" y demonizando y deshaciendo todo lo que les precedió, hasta que les llega el turno de huir en helicóptero del desastre que dejan a su sucesor.
Con sólo mirar a su bandera, los brasileños saben lo que tienen que hacer. Y lo han hecho por los últimos 25 años sin descanso.
En los años ochenta, los brasileros solían expresar su escepticismo diciendo que "Brasil es el país del futuro... y siempre lo será". Plagado por el populismo de Vargas, Goulart y las plagas de las dictaduras militares, asediado por la inflación galopante y la pobreza creciente y secular, Brasil semejaba la "India de América Latina".
En la década del noventa, Fernando Henrique Cardoso -un sociólogo que comenzó en la izquierda- asumió el ministerio de economía de José Sarney casi accidentalmente (así lo relata en su excelente libro "El presidente accidental del Brasil") y lanzó el Plan Real, frenando la hiperinflación y sentando las bases para una economía estable que continuaría el gobierno laborista de Lula.
A pesar de la crisis de 1998, Cardoso supo sacar a su país de la paridad fija y abrir la economía a nuevos sectores y la exportación. Sin default, sin incautar ahorros ni jubilaciones.
A diferencia de los ciclotímicos México y Argentina, su sucesor, el laborista Lula, siguió la estrategia económica y mantuvo las reglas de juego.
Sin paros agropecuarios ni conflictos por retenciones con los productores. Sin ejercitos de desocupados cortando calles. Sin interminables conflictos entre poderes. Todos tirando en la misma dirección: la de Brasil.
Con empresas estatales eficientes -como Petrobrás- que usan inteligentemente el capital privado y extranjero para producir y con privatizaciones igualmente inteligentes -como la de Embraer en 1994, que transformó en apenas una década a una empresa estatal deficitaria desde los sesentas en la primer productora de aviones medianos comerciales del mundo-
La evolución económica de Brasil en los últimos 25 años muestra la consistencia de su politica de apertura y desarrollo de su mercado, que se puede contrastar con los vaivenes que hicieron que Argentina -que lo aventajaba en todos los pronósticos de los ochenta- fuera perdiendo vertiginosamente el liderazgo y quedando rezagada:
Asumido y reconocido como potencia BRIC junto con China, India y Rusia, Brasil se ha convertido en el receptor del 40 % de la inversión extranjera y el foco de los pronósticos más entusiastas de los especialistas:
Su fortaleza no es ya sólo "soja, samba y playa", sino tecnología, usando tanto el sector público como el privado en forma eficiente y competitiva:
Brasil emerge como una potencia regional
Treinta años de perseverancia en el desarrollo de etanol y su adopción en la industria automotriz está generando admiración y abriendo oportunidades de negocios en los Estados Unidos:
Y una prueba de todo esto es que ya se habla en los países desarrollados de estos resultados de Brasil para el 2050:
Cuando la América Latina "bolivariana" se despierte del autoengaño -y la inevitable bancarrota- de las recetas clientelistas, Brasil será uno de los ejemplos a imitar.
Y su economía la locomotora que ayude a poner en movimiento a las demás con mercado y con inversiones.
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Referencias
- Brasil: el triunfo de la vision estrategica
- Wall Street Journal (2010) For Brazil, it´s finally tomorrow
- Cardoso, F. (2008) El presidente accidental de Brasil
- Reid, M. (2009) Forgotten continent: the battle for the soul of Latin America
- The Economist (2010) Country briefings: Brazil
- The Economist (2010) Brazil takes off: now the risk for Latin America´s big success story is hubris
2 comments:
No había reparado en el lema de la bandera brasilera: visionario, sin duda.
Brasil -como Argentina- perdió el rumbo durante los setentas y buena parte de los ochentas entre populismo civil y dictaduras militares. Pero aún en ese período, sus gobiernos siguieron construyendo sobre el legado de los anteriores en vez de dinamitarlo y volver a empezar.
Cardoso hizo lo mismo que Menem y Cavallo, pero bien. Supo controlar el gasto y salir de la paridad fija a tiempo.
Revisando los otros artículos de la serie "Lecciones de..." del Blog me llama la atención que en Chile, Brasil y Uruguay los presidentes salientes abrazan y acompañan a los entrantes -y hasta los invitan a los actos de inauguración de obras que comenzaron-.
En Argentina, Venezuela, Cuba y los demás países del chiquero chavista la única política es echarle la culpa a "la herencia del pasado" cada vez que algo sale mal. O sea -como en el caso de Kirchner, Chávez y Castro- volver a 1970, 1990 o 1950 (respectivamente) cada vez que se fracasa en el silgo 21.
Nunca cambian de idea. Nunca se equivocan. El mundo cambia, pero ellos no necesitan cambiar porque ya lo saben todo.
Y así les va.
Hoy el Wall Street Journal le da la razón, Octavio. Le dedican a Brasil y Embraer un suplemento especial completo, en el que también se puede ver cómo Brasil aventaja a Argentina en PBI por habitante.
En los ochenta, Brasil tenía apenas la mitad.
Alguien está manejando de contramano de la Historia, no?
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