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Friday, March 12, 2010

Educación pública: de Sarmiento a Chávez II: Carta de una maestra


Uno de nuestros seguidores y lectores nos envio un correo de una amiga, maestra primaria con años de experiencia, comparando la educacion de los 50 y 60 con la version "progresista" y "bolivariana" que se da hoy en dia en un pais que alguna vez fue el mas avanzado de America Latina y en el que hoy no solo 20 de las 23 provincias tienen menos de 180 dias de clase, sino que presentan niveles de lectura inferiores a los del Caribe.

La reproducimos porque no tiene desperdicio y ejemplifica a escala humana los datos devastadores de caida del rendimiento educativo que comentaramos en un articulo anterior:

"Yo soy maestra y lamento no haber guardado los libros de lectura que se usaban cuando yo era chica en los 60, y este libro es el que usaban las personas que nacieron en los 40, y además tengo el cuaderno de clase de mi mamá de 6to grado de 1926.

Fijate en el nivel de enseñanza y exigencia que había antes en las escuelas.

A fin de lo que ahora es primer grado, o sea cuando el chico tenía 6 ó 7 años cumplidos ya leía y escribía con todas las letras.

Y era una regla o ley no escrita que para 5 to grado, o sea, cuando tenía 10 años, ya tenía que leer de corrido, sin señalar con el dedo cada sílaba y sin tartamudear ni vacilar.

Y por supuesto, entender lo que leía. Aclaro también que no existían ni los jardines de infantes ni las salitas antes de los años 60, así que el nene entraba a 1er grado inferior (1er grado ahora) sin saber nada, y en un año aprendía todo lo que se ve en el libro más todo lo demás de aritmética. 

Actualmente, los chicos salen de 7mo grado, del 99% de las escuelas públicas, leyendo por sílabas y con una letra escrita peor que la que los chicos tenían en 1er grado; con errores de ortografía increíbles, y a gatas leen, suman y restan.

O sea, que para cualquier maestra de aquellos tiempos, son como eran antiguamente los malos alumnos de 2do o 3er grado y en la mayoría de los casos incapaces para entender siquiera un artículo de un diario, y además leen tan mal y tan lentamente que se aburren antes de terminar de leer una carilla. 

Yo enseñé a leer y escribir a bastantes adultos y le enseñé castellano a muchos extranjeros y escribí un libro de 55 lecciones de castellano argentino para chinos de Taiwán y sé, por oficio, con cuántas palabras o con qué vocabulario tengo que hablar para que me entiendan.

Y me doy cuenta, ahora, que para hablar con chicos de secundaria de escuela pública tengo que bajar la cantidad de palabras y no usar determinadas palabras porque sino no me entienden, o sea, que para hablar con secundarios tengo que hablar como hablo con los chicos de primaria (600/ 700 palabras) y que recién con universitarios puedo hablar como hablaba antes con secundarios (3000/4000 vocablos), por ejemplo: 

"La idiosincracia de los pueblos se conoce por el trato que dan a sus animales" "Como es la gente de los países se sabe por cómo tratan a los animales" "La gente mala trata mal a los animales" 

Toda o casi toda la gente que ahora está llegando a los 50, 60, 70, 80, 90 ó 100 años, disfrutó, al igual que yo, de esa educación, que te permitía con primaria completa de casi cualquier escuela pública del país, ser capaz de montar tu pequeña empresa, tu almacén, tu restorán, tu fábrica, etc, porque eras capaz de sumar, restar, dividir, multiplicar, potenciar, resolver regla de tres simple y compuesta, conocer las medidas de longitud, peso y capacidad; resolver cosas complejas de geometría si eras albañil o plomero; podías llenar remitos, pagarés y recibos; podías ayudar a tus hijos de primaria; podías leer y comprender y comentar cualquier libro o novela; podías leer a suficiente velocidad los subtítulos de las películas extranjeras y además podías escribir sin errores de ortografía, ya que además de que escribir sin ellos es lo que corresponde, justamente la calidad y cantidad de errores de ortografía y sintaxis es lo que observa la gente culta para conocer el nivel de educación y capacitación y contratar o no a una persona que busca trabajo.


Hace unos dias una panadera me comentaba que tomaba a empleadas con secundaria terminada y les tenía que explicar que 750 g en la balanza eran lo mismo que tres cuartos kilos de pan y que 250 g de pan son un cuarto kilo porque no lo sabían. Es terrible, no?"

La verdad es que si

Y sobre todo, perder no sólo la educación sino la verguenza
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Referencias
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3 comments:

Discepolin said...

Estupenda carta, llena de verdades de puño (y primeras letras). Excelente idea la de publicar testimonios de maestros de grado, de esos que honran la tradicion de Sarmiento y tantos otros trabajadores del pizarrón que nos siguen salvando del abismo fundamentalista que nos proponen los defensores de la ignorancia como método para salir de la miseria.

George Orwell said...

Sencilla, profunda y aleccionadora "carta" (aunque haya sido un email) de una maestra.
Así como la guerra la planean los generales y la ganan los soldados, la educación la deciden los maestros.
Y las noticias del frente es que em Argentina están perdiendo a lo grande.
En Estados Unidos, las escuelas "charter" -que hacen firmar a los estudiantes y sus padres un contrato para aprobar o ser expulsados- han elevado al tope los resultados de aprendizaje.
Es hora de probar otra cosa, no les parece ?

Niccolò said...

No lo dudo. Es notorio el deterioro de la educación pública. No solo por falta de fondos, y de desprotección oficial. También por no adecuarse a las necesidades que corren. Conozco varias escuelas que en tiempos de mi abuelo eran prestigiosísimas, y hoy sólo asisten alumnos de bajos recursos ( que se han incrementado desde la epoca de mi abuelo hasta ahora) que por X motivo no dan el rendimiento adecuado, lo cual hace que la escuela inevitablemente baje el nivel.
Una vez había pensado que seria bueno un sistema de vales o bonos como los que existen en los paises nordicos, donde los padres ( que tienen los bonos) deciden a que escuela mandar sus hijos. Las escuelas canjean esos bonos por dinero, y se genera una suerte de competencia, como la que se da en el mercado. De esa manera, la escuela no pierde eficiencia.
Sin embargo, en nuestro particular caso ( uds. saben mejor que yo que mientras una persona de clase media tiene hasta 2,3 hijos promedio, una persona de bajos recursos tiene 8) hay cuestiones que quedarían al margen de ese mercado educativo. Para educarse, primero tienen que comer. Y con un gobierno que otorga una prestación universal por hijo, parece que el número de personas que van a nacer sin recursos y sin posibilidades de salir adelante va a aumentar exponencialmente. Y recuerden que a un clientelismo como el que tenemos manejado por la yegua y el pingüino, eso les conviene.