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Monday, December 21, 2009

Cumbre de Copenhague: 183 por el progreso, 5 por el "progresismo"

El resultado de la Cumbre climática de Copenhaguen se puede reducir en una votación: 183 miembros apoyaron un compromiso de reducción de emisiones que involucra el desembolso de 30,000 millones de dólares para apoyar a los países subdesarrollados y 5 se opusieron a todo acuerdo: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán.

La UE, Estados Unidos, Brasil y China tuvieron -como corresponde a los tres principales contaminadores y al custodio descuidado de la reserva de O2 más grande del planeta- los roles protagónicos y revirtieron 8 años de deriva tras el gobierno reaccionario de George W. Bush.

Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán estuvieron para lo que están siempre: posar de "progresistas" obstruyendo de hecho el progreso y tratando de convertir la Cumbre en una cumbre contra el "capitalismo" - el mismo que promueve a 800 millones de chinos y casi otros tantos hindúes a la clase media mientras el socialismo de Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán mantiene a sus pueblos entre la miseria, el cartoneo en las quemas y el genocidio-.

El País comentó muy claramente cómo Obama presionó a Hu Jintao para lograr un compromiso de verificación de emisiones y cómo Lula quitó a los payasos pseudoprogresistas del medio para lograr un compromiso en lugar de otra pantomima de insultos y "azufre":

Con el pacto promovido por EE UU, a la UE y al resto de países no le quedó más que ratificarlo tras una noche de debate vacío en el que sólo Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba y Sudán se opusieron para ganar protagonismo.
El Acuerdo de Copenhague siempre fue cosa de dos, China y EE UU. Hasta tal punto han monopolizado los debates que en uno de los últimos borradores los países escribieron entre corchetes: "Introducir aquí la consideración de EE UU y China". Así figura en el cuarto borrador, junto al punto de cómo el acuerdo permitiría verificar las emisiones de los países emergentes, el punto al que China se opuso.
Así que Obama y Jiabao, en su segundo encuentro en el día, dieron con la fórmula: los países en desarrollo realizarán su propia "medición, declaración y verificación de sus emisiones", pero a la vez aceptan un sistema de "consultas y análisis internacionales bajo unas guías c
laras que asegurarán que se respeta la soberanía nacional".

Y el remate se sumariza en estos resultados:

El problema es que el espectáculo que ofreció la ONU como alternativa fue lamentable. 183 países estaban de acuerdo y pedían apoyar el texto como la única solución posible. Pero el bloque bolivariano -Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba- y Sudán se oponían. El sudanés Lumumba Stanislaus Di-Aping llegó a afirmar que el texto "es producto de la misma ideología que llevó a los hornos crematorios a seis millones de personas en Europa", por lo que recibió reproches de decenas de Estados.
Durante 10 horas, toda la noche, decenas de países defendieron el texto, pero la ONU exige consenso y por la mañana Hugo Chávez y Evo Morales ya habían anunciado que bloquearían cualquier acuerdo porque no habían sido invitados a la reunión de 28 países y porque la ONU no funciona así. A las siete de la mañana, el ministro británico Ed Miliband, frenó en el último segundo, a base de dar golpes en la mesa para llamar la atención del presidente, que el texto quedara incluido como una simple propuesta, lo que habría impedido aplicar los fondos de ayuda a los países en desarrollo. Miliband, en una vibrante intervención advirtió de que si el acuerdo era rechazado "supondría romper la convención de Naciones Unidas", algo que planeaba en el ambiente ya que de ninguna forma lo acordado por los líderes de 183 países iba a depender de Chávez.


Más allá de las declamaciones para el frente interno y los cacareos para promover regímenes insostenibles como los del quinteto castro-sudanés-bolivariano, Obama, Hu y Lula lograron hacer avanzar un programa concreto de negociaciones para efectivamente reducir la contaminación y controlar las emisiones de CO2 que afectan los ciclos climáticos.



Es otro ejemplo de la diferencia entre progreso y progresismo, entre ecología seria -como la promovida por Al Gore hace ya dos décadas- y ecochantas -como los que la Argentina hacen cortar los puentes con Uruguay (en el que se bañan turistas sin inconvenientes)



para protestar por "contaminación" mientras mantiene en estado pútrido la cuenca del rio Matanzas-Riachuelo (en la que viven 15 millones de personas) y deja a Buenos Aires llena de montañas de basura cada día-.



Para el segundo grupo, se trata de buscar dinero (100,000 millones de dólares ya fueron comprometidos desatando una feroz carrera entre dictadores bananeros para manotearlos) de la UE y Estados Unidos para financiar a los grupos "ecochantas" (testaferros y defensores de los "derechos" de los dictadores bananeros a los subsidios "ambientales") que viven haciendo escandaletes en las coquetas conferencias europeas sin producir un solo resultado -aparte de llenar las sedes de las cumbres de .... basura.

Para este rejuntado de "progresistas" que sólo se oponen al progreso, no hay limites en retorcer a la lógica. Copenhague les ha quitado la máscara, e impulsado -a su pesar- acuerdos cruciales entre los principales contaminadores y los principales depositarios de los recursos naturales.

El resto, es carnaval bolivariano.

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Referencias

1 comment:

MegaPaco said...

Como siempre. Muy interesante.