Esto equivale a trabajar 16 días al mes para el Estado , que -a cambio- con lo que quita de los sueldos de porteros, empleadas domésticas y operarios subsidia el consumo de energía y gasolina de los habitantes de Puerto Madero -que junto con el 5% tope de ingresos consumen más del 50% de la energía-, los vuelos gratis de los funcionarios del Estado y el desenfrenado gasto público en obras invisibles.
Con ese 50% de su ingreso en el bolsillo, el trabajador argentino debe comprar alimentos y pagar su alquiler o gastos a precios que suben por el costo de vida real en el supermercado -25% de base este año- para cubrir una canasta familiar que aumenta a la mitad de ese ritmo desde hace ya dos años.
El resultado es doble: para el Gobierno, una tajada del 45 al 50% de los ingresos para cubrir sus cuentas (ante la ausencia de financiación internacional y el aumento sideral del gasto) y al mismo tiempo, un ocultamiento oportuno del aumento progresivo y descontrolado de la pobreza, calculado contra una canasta de la mitad del valor real.
Para el trabajador, una carrera en la que cuanto más corre, más se retrasa por dos motivos: porque sus ingresos alcanzan cada vez menos para llegar a la canasta real y porque el Gobierno aumenta constantemente su gasto (en lugar de controlarlo) convirtiendo sus ingresos en deuda a tasas del 15% (del Comandante Chavez) y en shopping de quebrados resortes de poder político -como Aerolíneas Argentinas (que pierde ya 6 millones por día), la AFA (que ya se lleva 300 millones para cerrar las cuentas en rojo de los clubes y subsidiar la televisación del fútbol) y próximamente los canales de radio y televisión que -Ley de Radiodifusión mediante- desean arrebatar a los grupos opositores siguiendo el modelo chavista.
Estamos ante un modelo económico feudal, donde los 20 millones de argentinos en edad de trabajar entregan la mitad de sus ingresos a un Estado manejado personalmente por un matrimonio para que este a su vez -mediante el uso de casi ilimitados "fondos especiales" (28.000 millones en 2008) disponga en forma absolutamente discrecional de los fondos publicos y extienda a traves de las estatizaciones su control sobre casi todos los aspectos imaginables de la vida publica y privada del pais.
Y por supuesto, para la gerontocrática "burocracia sindical", que -a través de las "obras sociales"- se lleva una parte de aportes jubilatorios y sanitarios a una bolsa negra que mantiene hospitales desabastecidos, medicos y enfermeras mal pagos y lujosas residencias para sindicalistas en discretos barrios privados.
El sistema de redistribución regresiva y reaccionaria del ingreso continúa inflando con explosivo hidrógeno el Hindenburg de las cuentas públicas que no cierran y asfixiando a la población que todavía produce algo.
El gobierno apuesta a que controlando televisoras y diarios podrá convencer a los esquilmados contribuyentes de que la inflación no existe, los subsidios ayudan a paliar la pobreza y el hambre y las villas son espejismos inflados por la oposición.
Y que el inevitable "rodrigazo" será culpa de quienes lo pagan.
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Referencias
- Bazzan, G. (2009) El blanqueo fue de solo un 3% del dinero depositado fuera del pais. Clarin
- La Nación (2009) El Estado se lleva la mitad del sueldo
- Oviedo (2009) Papá Estado esquilma a sus hijos. La Nación
- Monteverde, A. (2009) La carga impositiva es cada vez más alta. La Nación
- Editorial (2009) Más irresponsabilidad fiscal. La Nación
- Espert, J.L. (2009) El dolar esta barato?. La Nacion
- Perito Moreno (2009) Economía argentina: "modelo" de disparate
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2 comments:
Este badulaque es uno de los tantos ejemplos que quiero mostrar en mi blog, hoy empezado.Uno de los tantos pseudo ahijados de Maquiavelo ( bajo una pseudo interpretacion facilista del mismo). Por favor, me agradaría que pasen. Es un nuevo proyecto.Muchas Gracias desde ya.
Fui y me gusto lo que lei, Niccolo, lo seguiremos.
Como usted bien sabra, un clasico es definido como el autor que todos citan y nadie lee. En el caso de Macchiavelo, para peor, lo citan mal y siguen los ejemplos que el aconsejaba evitar.
Tampoco creen en las leyes economicas ni en que el que siembra vientos cosecha tempestades.
Les ira como a Robespierre y a M. Guillotin, ambos degustadores tardios de sus propias sopas.
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