Mientras George W. Bush se acerca al final de su mandato en medio de una
crisis economica colosal y un casi universal repudio a sus politicas y su persona, America Latina aun no se ha recuperado del
colapso financiero de los
noventa de manos de los promotores del
Consenso de Washington.
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El efecto tal vez más letal del capitalismo corrupto de los amigopolios promovido y practicado por la
dinastia Bush desde Arabia Saudita hasta Argentina pasando por Nicaragua es el descredito de los mecanismos economicos normales que ha dejado entre los maltrechos americanos del norte al sur del continente.
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Lo que los economistas Baumol y Schramm llaman capitalismo disfuncional se ha convertido en paupérrimo subsituto de una economia de mercado o emprendedora, con el siempre diligente apoyo de la izquierda dogmatica y depredadora del Estado que prevalece aún en el Nuevo Continente.
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Los gobiernos de
Salinas en Mexico,
Menem en Argentina y
Bush en Estados Unidos epitomizan las características comunes del "modelo" economico al que llamaré capitalismo depredador.
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Sus características más salientes son, curiosamente, un abandono de principios elementales del capitalismo tales como la libre competencia -reeemplazada por los "amigopolios" contratistas del estado como el Enron de la familia Bush, el Halliburton de Dick Cheney, el imperio de Carlos Slim construido durante la presidencia de Carlos Salinas o el de Perez Companc erigido y sepultado durante la de Carlos Menem.-, la reduccion del rol del Estado -transformada en una subasta y recompra de monopolios publicos reemplazados por privados-, el no intervencionismo -sustituido por guerras de rapiña y golpes financieros y militares- y finalmente, el control del gasto público -reemplazando los clásicos impuestos con endeudamiento masivo de escala global-.
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Para la envejecida literatura marxista, todos estos atributos recuerdan la descripcion que Lenin hacía del imperialismo como fase superior e inevitable del capitalismo. Sin embargo, el ascenso meteórico y durable de China e India por medio de la apertura de mecanismos de mercado y la exitosa lucha contra la pobreza mediante el microcredito de Muhamad Yunus y su Banco Grameen en Bangla Desh y del movimiento por la propiedad privada para pobres propiciado con exito en Peru por Hernando de Soto parecen demostrar que lo que falla no son las leyes economicas sino los modelos y '-mas importante- la educación económica de los votantes.
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Estados Unidos experimenta en estos dias una cadena de debacles financieras reminiscente de las que sacudieron a America Latina en los noventas, provocada por las mismas prácticas depredadoras y delictivas: endeudamiento masivo y suicida del Estado, kermesse financiera ahuyentando la actividad productiva, guerras de oportunidad por recursos naturales, masivo despilfarro de fondos publicos en causas napoleonicas como el establecimiento de "democracias" occidentales en Medio Oriente.
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El problema mas grave no es sin embargo la recesion cíclica de turno: es la adopción de remedios económicos peores que las enfermedades, ya que atacan a sus sintomas -desempleo, inestabilidad financiera, deuda- más que a sus causas -manipulacion y control oligopolico del mercado, establecimiento de "amigopolios", gobierno de lobbies y grupos de interes, practicas gerenciales y contables fraudulentas-.
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Enfrentado con la crisis de 1930, Franklin Delano Roosevelt estableció medidas de emergencia en su New Deal para paliar la masiva desocupacion -como los planes de obra publica a traves de la TVA, WPA y otras "sopas de letras" y evitar futuros colapsos financieros como la creacion de la Reserva Federal (los Bancos Centrales) , la Comision de Control de Bolsa (SEC).
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Todos estos mecanismos del New Deal serían copiados en America Latina por Peron en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Ibañez en Chile.
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Sin embargo -y esta fue una diferencia clave para el futuro de Estados Unidos-, Roosevelt se cuido de sacar a su paciente de los "antibióticos" y la terapia intensiva lo antes posible. Todas las leyes y entidades del New Deal -con excepcion de la Seguridad Social- fueron temporales y reemplazadas por el mercado, cuyo progreso los sucesores democratas y republicanos de Roosevelt apoyaron con el mismo entusiasmo: Eisenhower construyendo la red vial y promoviendo el comercio libre, Kennedy y Johnson impulsando el consumo y el desarrollo de vivienda, Nixon y Bush promoviendo el comercio con China y el fin de la guerra fria, Clinton aceptando y aprovechando la globalizacion para impulsar una economia de 4 trillones de superavit.
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Fue el gobierno hoy saliente de Bush el que cambió atípicamente el rumbo para beneficio de los grupos de influencia que lo llevaron al poder en las
elecciones fraudulentas de 2000. Una serie de obviamente populares rebajas de impuestos ayudó a salir de la recesión de 2000-2001 pero a expensas de
evaporar el superavit fiscal acumulado en los noventa. La
guerra de Iraq, a un coste estimado de 4 trillones de dólares y la eliminación de controles sobre la especulación bursátil y financiera creó una
inmensa burbuja inmobiliaria que generaria las bases de la actual recesión.
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Los beneficiarios de las dos administraciones de Bush II fueron exactamente quienes se sentaban en los banquetes de recaudacion de fondos:
empresas petroleras, contratistas del estado como
Halliburton y Blackwater -
reclutadora de 200,000 mercenarios "contratistas" para Iraq-, de defensa -como los
antiguos socios de Donald Rumsfeld y Dick Cheney-.
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La sofisticada segmentación del marketing electoral de Karl Rove y el apoyo de la cadena Fox y el imperio de comunicaciones de Rupert Murdoch lubricaron la compra del plan Bush por la clase media americana.
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La exaltación de la religión, las guerras culturales y el patriotismo adosado al apoyo a las tropas atascadas en Iraq dividieron oportunamente a la base electoral demócrata permitiendo la reeleccion de Bush en 2004.
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El hartazgo de la clase media con el modelo de estado benefactor ineficiente, limitante y costoso combinados con la venta de promesas de riqueza rápida y fácil mediante la especulacion con el crédito barato basado en la sobrevaluación de la vivienda lanzaron a millones de americanos en la misma Quimera del Oro que sedujo a los argentinos a vender sus casas y vivir en hoteles y veranear a crédito en Miami durante los noventas del menemismo.
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Al igual que en el Mexico de Salinas o la Argentina de Menem, el crédito barato permitió a la clase media mantener bajos indices de desempleo y una ilusión de prosperidad basada en la hipoteca de sus ahorros.
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Al igual que entonces, el despertar fue una crisis crediticia colosal y la evaporacion de ahorros -aunque en el caso americano sin confiscación estatal- de la que ahora los electores se despiertan con rudeza.
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Del mismo modo que America Latina en los noventas, el riesgo de confundir un problema peor con la solución ha crecido: del mismo modo que Argentina, Venezuela, Bolivia y Nicaragua volvieron a los desastrosos metodos de la economia inflacionaria de los setentas, los americanos sienten la tentación de culpar al mercado por haberlos dejado jugar a la ruleta con él.
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A diferencia de los casos latinoamericanos, sin embargo, y a favor del sentido común, está el recuerdo reciente de la prosperidad de los noventa traída por el gobierno de Clinton mediante el apoyo a la economía emprendedora, el libre comercio y la globalización. Los setentas no ofrecen a los americanos buenos recuerdos, sino los del fracaso del viejo recetario demócrata de Jimmy Carter y los controles de precios de Nixon y Ford, con sus colas de gasolina y sus récords de inflación y desempleo.
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Referencias y lectura complementariaLibros (rojo) -
Articulos (azul) -
Videos (verde)
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