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Entre 2002 y la actualidad, la Argentina ha cesado de ser una república conforme a la Constitución para transformarse en una dictadura absoluta y hereditaria, en la que los tres poderes están ejercidos por la misma persona -elegida o no- desde Puerto Madero, ayudada por un elenco de testaferros en cada una de las áreas clave, cuya sola y descarada presencia constituye una prueba de la impunidad con la que se burla la Constitución nacional:
Las reformas graduales de la Constitución original de 1853 -con la que el país creció y vivió como un país desarrollado entre 1853 y 1930- han eliminado progresivamente los escollos para la
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De poco vale recordar que este país y su primer Constitución nacieron contra la suma del poder público -fuese el del virrey, de Cornelio Saavedra, de Rosas, los terratenientes federales o los mercaderes del puerto y los ferrocarriles.
Les llevó 70 años tomar el poder en 1930 e iniciar el ciclo de decadencia social, moral, económica y cultural que nos ha llevado a la presente "dictadura del lumpen proletariado", presidida por y para quienes se sirven generosamente desde el poder de aviones, empresas petroleras, tierras y departamentos regalados, fondos jubilatorios y reservas provinciales sin tener una sola mención o requerimiento legal.
Las reformas o ajustes del siglo 19 (1860,1866 y 1898), que simplemente actualizaron aspectos cuantitativos como el número de diputados por habitante.
Las reformas del siglo 20 -1949,1957,1972 y 1994- , en cambio, tuvieron como motivo profundo el aumentar el poder del Poder Ejecutivo facilitando la reelección inmediata y el otorgamiento de poderes especiales expresamente prohibidos en la Constitución de 1853 , entregar el Poder Legislativo a los partidos políticos -por la reforma de Lanusse en 1972, nunca eliminada que permitió las listas sábana, reemplazar a los diputados sin elecciones y hacer que éstos no fuesen elegidos por circunscripciones locales sino "por porcentajes"- y finalmente, entregar el Poder Judicial al Ejecutivo, mediante el nefasto Consejo de la Magistratura.
Las reformas de 1994 -de las que son culpables también muchos opositores- ha sido las más nefastas y de hecho, tergiversan maliciosa y deliberadamente el espíritu de la Constitución original de 1853 de limitar y balancear los poderes, en el sentido opuesto.
El poder ilimitado que hoy practican los Kirchner -y que en la década anterior utilizó Menem- está avalado y fue el propósito profundo de las reformas de 1972 y 1994.
Los nuevos diputados -aún no sentados en sus bancas- se retuercen como niños tratando de aferrar por un instante la sortija del calesitero, que cuida muy bien no se le caiga otra sortija como la que perdió con el campo en las retenciones.
Una vez más, los productores miran desde la vereda de enfrente las maniobras políticas y el pueblo permanece esperando saber de qué se trata en los conciliábulos que se repiten como visitas a un velatorio: el de las finanzas públicas.
Entre las muchas cosas que hoy se extrañan de la Constitución de 1853 está la declaración de "infames traidores a la Patria" para quienes hoy mutilan la Constitución para usarla como una "perinola" cargada con un claro mensaje a favor del poder ejecutivo:
Tanto Menem como Kirchner modificaron la composición de la Corte para poder obtener inmunidad e impunidad legal. Ambos se cubrieron con inmunidad parlamentaria gracias a las "listas sábana" de la reforma militar de 1972- y las reformas de 1994 introducidas por el Pacto de Olivos.
Kirchner agrega la abolición práctica del Parlamento por casi 6 años -con la única interrupción del inesperado "voto no positivo" que condenó al fracaso a su proyecto de aumentar las retenciones.
Un récord que sólo las dictaduras de Onganía-Levingston-Lanusse (1966-1973) y la de Videla-Viola-Galtieri (1976-1983) han igualado en la riquísima historia del autoritarismo por el que se desbarranca la Argentina desde 1930.
Un ominoso elemento final es el que el presidente de facto de Argentina, Néstor Kirchner, no sólo controla ahora el Poder Ejecutivo por vía conyugal, la caja pública, y el Poder Judicial mediante el adicto Consejo de la Magistratura, sino que aspiraría a ser además el Presidente de la Cámara de Diputados y ser reelegido como Presidente por un tercer término tan fraudulento como las "candidaturas testimoniales", mansamente aceptadas por la Corte Títere.
El régimen fascista implantado por los Kirchner en Argentina es una dictadura civil, absolutamente independiente de los votos y de los mecanismos constitucionales.
Se aplica a gobierno y legisladores lo que nuestro venerado Mariano Moreno contestó al brindis de Atanasio Duarte -un tatarabuelo de la diputada Conti- llamando a Saavedra "primer rey y emperador de América"
"Un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país."
Mariano Moreno, 1810
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Referencias
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