Pages

Saturday, July 22, 2023

La izquierda mestiza latinoamericana I: la peronizacion del comunismo y la bolchevizacion del peronismo en Argentina: JP, camporismo y kirchnerismo


Uno de los factores que explican la popularidad de los gobiernos populistas de izquierda en América Latina es el mestizaje del dogma eurocéntrico de Karl Marx (quien escribió un libro entero contra Bolívar, el otro apóstol del socialismo bolivariano que hace 20 años gobierna Venezuela) con las practicas locales del caudillismo hereditario y populista.

Así surgieron dinastías de "monarcas de izquierda" como los Castro, los Ortega y los Kirchner.

Poniendo este ultimo caso, vale la pena observar como el Partido Comunista Argentino se opuso a Perón de 1945 hasta los años 70. 

  

 Las posiciones del PCA fueron cambiando a medida que la Federación Juvenil Comunista argentina comenzó a peronizarse para ganar acceso a la clase obrera y convertirse lentamente en parte de la Juventud Peronista (como Cristina Kirchner, que voto al ultimo Perón con la boleta del partido trotskista de Abelardo Ramos) y de las variadas formas de guerrilla castro-peronista (Montoneros, FAR, FAP)

Ayudo también el culto romántico del comunismo de la revolucion cubana. cuyos dirigentes eran sexis y buenos mozos como el Che Guevara para contrarrestar el carisma de John. F. Kennedy que arrollaba al viejo, gordo y cascarrabias Khrushev. 

  

Perón -que nunca oculto su anticomunismo y rechazo por la revolución cubana - coqueteo con la "juventud maravillosa" que recurría a la manifestación y la violencia contra los militares que lo habían derrocado -sin nunca dejar de lado su amistad con los dictadores militares que lo cobijaron como Franco o Stroessner, o incluso su simpatía por Pinochet.

 

En Ezeiza, el acto para recibir a Perón se convirtió en una batalla campal entre los peronistas anticomunistas "clásicos" y los castrificados y bolchevizados.

 

 Perón fue muy claro invitando a los castristas y montoneristas de la JP a elegir entre sus ideas o irse

  

Y termino echándolos de la Plaza de Mayo despes que aesinaran al sindicalisa Rucci el dia siguiente a su aplastante victoria electoral mientras lo llamaban "cornudo"

 

 Perón dio además instrucciones de usar las Fuerzas Armadas para combatir los grupos que seguían haciendo ataques armados a cuarteles y tras su muerte, el luego candidato peronista Ítalo Luder emitió los decretos de "aniquilación" que dieron rienda suelta a la masacre de secuestros, torturas y fusilamientos clandestinos de 1975 a 1982.

   

Los Kirchner, llegados al poder con el 20% de los votos tras la crisis de 200/2, trajeron consigo el "camporismo" reviviendo  el "relato" de la "juventud heroica" omitiendo el rechazo de Perón y los indultos y decretos de Luder.

El pasado fue reescrito a medida de la bolchevización del peronismo, comenzando por mutilar el informe Nunca Mas de la CONADEP inventando una cifra de 30.000 en lugar de los 8.960 desaparecidos para financiar y cooptar algunas ONG de Derechos Humanos como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo convirtiéndolas en propagandistas del nuevo regimen de la familia Kirchner. 

El resto del 'relato" lo completo un aluvión de propaganda con historia sesgada y censurada (como la "teoría de los dos demonios" que hacia responsable a las guerrillas de muertes, torturas y violaciones de DDHH por las que habían sido condenados sus lideres en 1983, por tribunales constitucionales)

Como suele suceder con las "historias oficiales" de regímenes que mezclan las recetas electorales del populismo con la propaganda orwelliana del bolchevismo, la realidad se impone tarde o temprano, como recuerda esta canción de Lito Nebbia escrita para condenar la proscripción del peronismo y que ahora encaja perfectamente para la proscripción del cuestionamiento al "relato" de la izquierda mestiza latinoamericana. 

Saturday, July 15, 2023

Lecturas Recomendadas 88: Doce Noches; Argentina 2001

  

En Diciembre de 2001 Argentina experimento una triple crisis: una económica, al entrar en default de su deuda; una social, al confiscar y devaluar los ahorros de toda su población y producir despidos masivos y una política, al producir un golpe de estado palaciego que obligo a la renuncia del presidente constitucional Fernando De La Rua y su reemplazo por 5 presidentes sucesivos hasta el que orquesto el golpe, Eduardo Duhalde -quien "pesificaria" los depósitos en dólares de un plumazo, evaporando el 70% de los ahorros de la población atrapados en los bancos.

El libro del periodista Ceferino Reato, Doce Noches:2001 es un relato a la vez riguroso y humoroso de doce noches dignas del Berlanga de Todos a la Carcel, 

que es donde en un pais desarrollado habrían ido a parar todos los personajes del libro. En Argentina, en cambio no solo no se fue nadie sino que siguen en el gobierno y lo negocios 23 años después.

El libro merece esa doble lectura: la del riguroso documento histórico -que cuenta las versiones de todos los involucrados- y como un texto picaresco digno de los truhanes de Quevedo o los personajes de Berlanga, retratados en toda su ridiculez de truhanes sobrepasados por las consecuencias de años de corrupción desenfrenada.

Haremos algunas citas para explicar este prologo sumario:

Por ejemplo, la desesperación por eludir la ira de los políticos corruptos (una redundancia en la Argentina de 2001 y de 2023):

Era el país de los saqueos, los cacerolazos, los piquetes y los reclamos más diversos, unidos por un grito común: “¡Que se vayan todos!”. Los políticos tenían que esconderse para evitar la furia de la gente; un escenario solo para gente curtida, como el diputado peronista Oraldo Britos, que, antes de que lo escracharan en Casablanca, un café frente al Congreso, paralizó a la turba: “¡Ustedes se confunden; el hijo de puta que se dedica a la política es mi hermano gemelo!”

O el bloqueo de pánico en posición fetal de uno de los "presidentes interinos" después del golpe de palacio:

—Dice Néstor que, si querés renunciar, renuncies. —¡No ven que no me apoyan los gobernadores! ¡No ven que me están jugando en contra! Pero yo no voy a ser forro de nadie, que se consigan otro De la Rúa. Diálogo entre el presidente Adolfo Rodríguez Saá y el diputado Sergio Acevedo, delegado del gobernador Néstor Kirchner, el domingo 30 de diciembre de 2001 en Chapadmalal.

La versión de Duhalde es muy distinta: “Cuentan los que estaban con él en Chapadmalal que tuvo un ataque de pánico. En relación con el estado de ánimo de Rodríguez Saá, fue notorio que pasó de un estado de euforia muy grande en los días previos a un pozo depresivo en medio de la reunión de Chapadmalal”. “Hablé —añade— con Ruckauf; Daniel (Scioli), que era secretario de Turismo y Deportes; Cafiero, que era senador; Juanjo Álvarez… La historia que me relatan es la misma: estaba en posición fetal y el hermano lo acariciaba; tuvo un ataque de pánico. Y lo comprendo: la presidencia es un lugar muy complicado. Además, él se había pasado una semana sin dormir, y lo decía”.

O la huida tragicómica de la ira de los saqueados;

"Varios dirigentes que participaron del corto gobierno de Rodríguez Saá señalan a Álvarez como uno de los “conspiradores”, una especie de Caballo de Troya colocado allí por los bonaerenses Ruckauf y Duhalde para desestabilizar al caudillo puntano. El ex asistente de Álvarez niega que su ex jefe hubiera cumplido ese rol: “Creo que algunos necesitan inventar cualquier cosa —construir un relato, en términos del kirchnerismo— para justificar por qué tuvieron tanto miedo y salieron corriendo”.

—Antonio, guarda que lo van a pasar por encima —le advierte Frigeri. —Pero, ¿por qué se van de esta manera? ¿Qué les pasa a los compañeros? —pregunta Cafiero, confundido. Parado a un costado del sendero, Frigeri ve pasar más coches y también una combi blanca de presidencia con una pequeña muchedumbre de funcionarios despavoridos, en la que reconoce al secretario de Turismo y Deportes, Daniel Scioli, nombrado por el Adolfo para congraciarse con Menem.

—Se fueron todos y nos dejaron acá. Esto no puede estar sucediendo —dice Cafiero. —Antonio, estamos mal: usted, un senador y yo, un funcionario; dos corruptos. Nos van a pasar por las armas. Yo me voy a la arena y me entierro de pies a cabeza —bromea Frigeri.

—Yo no me voy a enterrar por culpa de un caudillo de provincia que no aguanta las presiones inherentes a la presidencia de la Nación —contesta Cafiero con fingida solemnidad. Indiferentes, varios empleados limpian el lugar.

Los políticos les explican que se han olvidado de ellos y les preguntan si conocen a alguien que pueda llevarlos al aeropuerto de Mar del Plata.

—¿Por qué no le dicen al parrillero? Él tiene una camioneta. Ojo que está por irse —les contesta un empleado.

Ansiosos, Frigeri, Cafiero y el resto del grupo salen del chalet y a un costado ven a un hombre que está por subirse a una vieja camioneta Ford, carrozada; allí había traído la carne y las achuras para el asado del mediodía. —Hola amigo, ¿usted está saliendo? Necesitamos que nos acerque a Mar del Plata. ¿Nos haría la gauchada? —implora Cafiero.

—Mire, voy acá cerca, pero puedo sacarlos de aquí y dejarlos en la ruta. —Está bien, amigo. En la ruta, hacemos dedo. —Pero si me ven los muchachos que están protestando, me rompen la camioneta. Tienen que ir atrás. —¿Atrás? —se sorprende Frigeri. —Sí, así no los ven.

El parrillero abre la caja de la camioneta y acomoda un viejo colchón para que los cinco extraños no ensucien sus prolijas vestimentas con los restos de comida y de carbón. —

¿Un colchón? ¡No me digan que, encima de todo esto, nos van a coger! —suelta Cafiero.

 Todavía ríen sentados en el colchón cuando la camioneta atraviesa la puerta principal del complejo turístico en medio de los gritos y del resonar de las cacerolas. Ya en la ruta 11, a una prudente distancia de los caceroleros, Frigeri, Cafiero y los funcionarios de Economía intentan que algún automovilista se apiade de ellos y los acerque al aeropuerto.

 —Esto les va costar dos mil pesos —tarifa el dueño de un vehículo. —Pero, ¿cómo nos va a cobrar? Estamos en una emergencia —protesta Cafiero.

—Entonces, ¡púdranse acá, manga de corruptos! —les grita y se aleja a toda velocidad.

 Al final, convencen a otro automovilista para que los lleve al aeropuerto, donde consiguen lugar en un avión que parte a Buenos Aires. Cafiero entra en la aeronave y saluda, sonriente, a la tripulación.

—Mejor no digan nada y busquen rápido dónde sentarse. Muchos pasajeros están enojados porque no querían viajar con ustedes —les aconseja una azafata. Cafiero encabeza el cortejo de políticos y funcionarios humillados que avanza hacia el fondo del avión en procura de asientos vacíos, la cabeza gacha, el paso rápido, recordando seguramente tiempos más gratos de una militancia peronista en la que lleva ya más de medio siglo."

No solo se quedaron todos en el poder -Menem y Cafiero murieron snador, los Kirchner se quedaron hasta el presente, como Scioli y todos los nombrados- sino que otro colapso similar esta de nuevo entre las posibilidades. 


Monday, July 10, 2023

El Populismo Psiquiatrico: De Chavez y Fidel a Trump, Cristina, Grabois y Milei

"Hay dos herramientas clásicas para explicar la vida de Javier Milei: la literatura fantástica y la psiquiatría. La segunda perjudicó mucho a la primera, que tuvo su apogeo y declinación en la primera parte del siglo XX; juntas se dan cita ahora en los primeros capítulos de “El loco” (Planeta), la asombrosa crónica periodística de Juan Luis González donde se cuentan algunas escenas que parecen surgidas de una película de John Carpenter." 

Un libertario en el supermercado del esperpento - Por Jorge Fernández Díaz

El reciente articulo del periodista y escritor Jorge Fernandez Diaz sobre el populista "de derecha" Javier Milei dice mucho mas que lo que escrito sobre una particularidad del populismo -de "derecha" o "izquierda", que además de ser categorías anacrónicas de la Revolucion Francesa de 1789 resultan distinciones ridículas ante la locura.

Se agrega ahora un libro sobre el fenomeno Milei titulado "El Loco" por su autor, el periodista Juan Luis González, quien comenzó pensando escribir un libro de política para terminar haciendo una crónica de situaciones casi surrealistas.

Podemos ver el despliegue histriónico, los delirios megalómanos y la incapacidad para autocontrolarse no solo en dirigentes como Hugo Chávez

   

 Donald Trump

   

 Cristina Kirchner

Juan Grabois

 

Sino en lo que es mucho mas peligroso: sus seguidores:

De los de Trump

 

A los de Cristina Kirchner

 

 Veamos que dice la ciencia social sobre ellos:

La relación entre líderes populistas, narcisismo y megalomanía ha sido objeto de análisis en diversas disciplinas, desde la psicología hasta las ciencias políticas. Aunque es importante recordar que no todos los líderes populistas presentan rasgos de narcisismo o megalomanía, algunas teorías sugieren que ciertos patrones de comportamiento pueden estar presentes en algunos líderes populistas.

  • ·         Teoría del narcisismo colectivo: Esta teoría sugiere que los líderes populistas pueden atraer a seguidores con inclinaciones narcisistas al ofrecer una visión grandiosa de su grupo. En un estudio de 2013, Cichocka et al. encontraron una correlación entre el narcisismo colectivo y el apoyo a líderes populistas. Los líderes narcisistas tienden a presentarse a sí mismos como la única solución a los problemas de un grupo y suelen utilizar un lenguaje de 'nosotros contra ellos' que puede atraer a seguidores con inclinaciones similares (Cichocka, A., Marchlewska, M., & Golec de Zavala, A. (2016). "Does self-love or self-hate predict conspiracy beliefs? Narcissism, self-esteem, and the endorsement of conspiracy theories").
  •  ·         Teoría del liderazgo carismático: Max Weber, uno de los padres de la sociología, argumentó que los líderes carismáticos, que pueden mostrar rasgos de narcisismo o megalomanía, atraen a seguidores debido a su autoridad percibida y su habilidad para proyectar una visión grandiosa del futuro (Weber, M. (1922). "Economía y Sociedad"). Los líderes populistas, en algunos casos, pueden utilizar esta forma de carisma para atraer y mantener a los seguidores, especialmente en tiempos de crisis. 
  • ·         Teoría del narcisismo maladaptativo: Algunos teóricos sostienen que los líderes populistas pueden presentar una forma maladaptativa de narcisismo, que incluye un sentido inflado de auto-importancia, una necesidad constante de admiración y una falta de empatía. La investigación en psicología ha encontrado una correlación entre el narcisismo y comportamientos agresivos o manipuladores, que pueden ser características de algunos líderes populistas (Bushman, B.J., & Baumeister, R.F. (1998). "Threatened egotism, narcissism, self-esteem, and direct and displaced aggression: does self-love or self-hate lead to violence?").
Resulta evidente que en los casos del siglo 21 que comentamos, las tres teorias se confirman y combinan.

Veamos algunos ejemplos a "izquierda' ya "derecha" de la calesita psiquiatrica en la que se suben los seguidores de estos personajes:

  • ·         Hugo Chávez: Como líder de Venezuela, Hugo Chávez era conocido por su estilo populista y carismático. Su fuerte presencia mediática y su insistencia en ser la voz principal del pueblo venezolano podrían interpretarse como rasgos narcisistas. Además, Chávez tenía tendencia a hacer declaraciones grandiosas y visiones futuristas para Venezuela, una característica que algunos pueden interpretar como megalomanía. Por ejemplo, su proyecto del "Socialismo del Siglo XXI" es una visión amplia y ambiciosa para la sociedad venezolana (Cannon, B. (2009). "Hugo Chávez and the Bolivarian revolution: populism and democracy in a globalised age").
  • ·         Cristina Kirchner: Como presidenta de Argentina, Kirchner también mostró algunos rasgos que podrían interpretarse como narcisistas. A menudo se presentaba como la defensora de los pobres y los desposeídos, y su estilo de liderazgo era fuertemente personalista. Además, se le criticó por su tendencia a rechazar la crítica y a culpar a otros por los problemas de Argentina, que algunos pueden ver como una falta de autoconciencia, un rasgo común en personas con narcisismo (Levitsky, S., & Murillo, M. V. (2009). "Variation in institutional strength: Argentina under Néstor and Cristina Kirchner").
  • ·         César Milei: César Milei es un economista y político argentino conocido por su fuerte defensa del liberalismo y su estilo provocador. Su retórica a menudo sugiere que él es el único capaz de llevar adelante una verdadera reforma económica liberal en Argentina, lo cual podría interpretarse como un indicio de un complejo mesiánico. En cuanto al narcisismo, Milei ha demostrado tener una fuerte autoestima y una gran confianza en sus propias habilidades, que, si se llevan al extremo, podrían interpretarse como rasgos narcisistas. Sin embargo, estas interpretaciones son solo hipótesis basadas en su comportamiento público.(González, J. (2023) El Loco: La vida desconocida de Javier Milei y su irrupción en la política argentina)
  • ·         Donald Trump: Durante su presidencia, Donald Trump mostró ciertos comportamientos que han sido interpretados por algunos como indicativos de narcisismo. Por ejemplo, a menudo se mostró autoelogioso, buscaba constante admiración y tenía una tendencia a minimizar o desacreditar las críticas. En términos de un complejo mesiánico, Trump a menudo sugirió que era el único capaz de "hacer que Estados Unidos sea grande de nuevo", lo cual podría interpretarse como una visión mesiánica de su propio papel (Rosenthal, S. A., & Pittinsky, T. L. (2006). "Narcissistic leadership").
El problema esta en los seguidores y las condiciones en las que los siguen, desde la crisis de 1930 (con el nazismo y el bolchevismo) a la de 2001 y la de la posr pandemia.
Dice un viejo chiste psicoanalítico que "el psicótico construye castillos en el aire; el neurótico vive dentro de esos castillos y el psicópata cobra el alquiler".
El populismo psiquiátrico cumple las tres condiciones. 

Para quienes tengan dudas los invitamos a visitar la Trump Store y ver las disputas por la marca "La Libertad Avanza" y los otros símbolos de seguidores de Milei que vienen de otras fuentes.

Tuesday, July 4, 2023

Lecturas recomendadas 87: Conurbano Salvaje, por Carlos Roberts y Daniel Bilotta

  

Un complemento valioso de la lectura de El Nudo, de Carlos Pagni -que ya comentáramos- es Conurbano Salvaje, recién publicado por los periodistas Carlos Roberts y Daniel Bilotta.

Este libro presenta con cifras pero sobre todo con testimonios e investigacion periodística la realidad conceptual que explica Pagni sobre el Gran Buenos Aires, el mega suburbio que rodea a la ciudad de Buenos Aires (3 millones de habitantes) con 10 millones de personas concentradas en 13.000 km cuadrados (5% de la superficie de la provincia de Buenos Aires) con 40% de los votantes, 150 villas miserias y un problema irresuelto y creciente de pobreza sistémica y degradación social.

Citamos aquí una breve introducción de los autores para dar una idea del contenido del libro que recomendamos:

Aquella tierra prometida, por Carlos M. Reymundo Roberts 

El conurbano bonaerense es un territorio irredento. Enorme, superpoblado, pobre, desigual, feroz… y, además, irredento: lleva más de cuarenta años de declinación, de sistemáticas penurias, sin que nadie atisbe a rescatarlo. Podría decirse que todo allí lleva el signo de la desmesura.

Cuando su proceso de industrialización atrajo a gente de todo el país y del exterior, a comienzos del siglo pasado, surgieron decenas de barrios en torno de las grandes fábricas. Lo que hoy es sinónimo de marginalidad, inseguridad y decadencia en aquel tiempo era, para muchos, la tierra prometida, un imán irresistible gracias a la oferta laboral, la vastedad del espacio y, claro, la cercanía con la gran urbe, la Capital Federal.

Así, fue desparramándose como “una mancha de tinta en un papel”, según la caracterización del sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, doctor en Ciencia Política y uno de los mayores estudiosos del conurbano (compilador, junto a Lucas Ronconi, del libro Conurbano infinito; 2016, Siglo Veintiuno Editores).

Se trató de una expansión caótica, sin previsión ni límites; una ingeniería social al revés: no eran planes, diseños o estrategias los que impulsaban el fenómeno, sino desplazamientos incontrolados de masas.

Mientras esas fábricas producían a tambor batiente y requerían mano de obra, y el Estado se hacía presente con escuelas, hospitales y policías, el shock poblacional no tenía todavía niveles de estrés; sí aparecían síntomas de que se estaba gestando una región de características muy particulares, por la diversidad de origen de sus habitantes —llegados de geografías y culturas diferentes—, por los niveles de densidad demográfica que se iban alcanzando y por las bases económicas poco sustentables de ese dislocado crecimiento.

Como es sabido, el escenario viró hacia el drama con el virulento proceso de desindustrialización de los años ochenta: decenas de plantas cerraron sus puertas.

Al volar por los aires la matriz productiva que había gestado los nuevos conglomerados, sin otro modelo que la reemplazara, millones de personas se vieron, casi de un día para otro, virtualmente abandonadas.

La tierra prometida devino en infierno: faltaba empleo, se degradó la calidad de vida, afloró la informalidad y el delito, llegó el narcotráfico (con la complicidad activa de la policía); se multiplicaron exponencialmente las villas, asentamientos y rancheríos —solo en La Matanza hay hoy más de ciento cincuenta—, a los que siguieron viniendo oleadas de inmigrantes del interior y también de países vecinos cuya situación era incluso peor que la de la Argentina.

La crisis arrastró al sistema educativo y al de la salud pública, que se vieron desbordados, y la planificación urbana, la organización del territorio.

En buena parte, hija de esa catástrofe económica y social es también la degradación de la política en el Gran Buenos Aires, un proceso que tan bien nos describe, en las estremecedoras historias que relata en este libro, Daniel Bilotta. Clientelismo, barones, punteros, compra de votos, trampas electorales, contubernios, mafias…

La política allí suele discurrir por caminos sinuosos, oscuros, inconfesables. Cualquiera que se acerque al conurbano verá que su otro sello indeleble es la desigualdad: barrios miserables conviven —en ocasiones, pared de por medio— con exclusivos countries; de un lado, apretujados ranchos o casillas a merced del clima, de desahuciados y de narcos; del otro, enormes chalets con parques, pileta, laguna, instalaciones deportivas y seguridad privada.

El contraste es tan brutal que estremece; al mismo tiempo, no es menos llamativa la pacífica vecindad entre realidades diametralmente opuestas.

Al comparar otros parámetros aparecen diferencias que resultan no tan estridentes, pero igualmente oprobiosas: vivir sobre una calle asfaltada o sobre una de tierra (o sendero); tener agua corriente, cloacas y luz eléctrica, o no tener nada de eso; que por el barrio pasen colectivos o estar obligado a caminar treinta cuadras; que el terreno sea propio, de titularidad precaria o producto de una ocupación; que la casa sea de material o de lo que se fue encontrando por allí; con techo y piso, o como Dios la trajo al mundo; con baño o con pozo; que haya una escuela cerca o que esté tan lejos que es imposible llevar a los chicos; tener trabajo o no tenerlo; empleo formal o en negro; estar a tiro de alguna ONG u organización social, o en el más absoluto desamparo.

La desigualdad más irritante: algunos intendentes no viven en sus distritos, sino en pisos de Puerto Madero que valen millones de dólares. “Nos mudamos acá por la inseguridad”, justificó hace unos años el hombre fuerte de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde.

Tan irredento es el conurbano que hasta carece de cifras confiables. De muchos partidos no pueden conocerse, porque no los hay, se ocultan o son distorsionados, los datos más elementales sobre, por ejemplo, extensión de las redes de servicios públicos, porcentaje de calles asfaltadas, cantidad y distribución de cámaras de seguridad, finanzas de los municipios, número real de empleados de los municipios, índices de criminalidad… incluso sobre la cantidad de pobladores surgen dudas o razonables sospechas.

Alguna vez pedí al gobierno de María Eugenia Vidal datos como esos para una nota que estaba haciendo, y prometieron buscármelos. Dos semanas después, al insistirles, me contestaron: “Imposible, no encontramos nada. Cuando llegamos, esto era tierra arrasada. Por ejemplo, recién ahora hicimos un censo para saber cuántas escuelas y cuántos alumnos hay en la provincia. ¡Ni eso se sabía!”.

El número de villas y asentamientos precarios del GBA, cerca de mil hace seis años, no se conoció gracias a un relevamiento del Estado, sino a una investigación de la ONG Techo, dedicada a combatir la pobreza.

Mi trabajo en La Nación me llevó a recorrer extensamente el conurbano. Siempre conmueven sus tragedias, que saltan a la vista, pero también resulta ejemplar el heroísmo silencioso de su gente. Decir que es un monstruo de mil cabezas no le hace justicia: la realidad es más vasta, más compleja, no asimilable si no se repara en sus señas particulares y en los calvarios que atraviesa desde hace tanto tiempo.

Lo que más me llamó la atención en esas andanzas fue descubrir historias increíbles, fenómenos sorprendentes, cosas que, puede decirse, probablemente solo ocurren allí.

·         Una escuela en General Pacheco invadida durante años por sus vecinos para jugar al fútbol, usar sus duchas, hacer asados, refrescarse en el tanque de agua y poner a pastar caballos.

·         En Laferrere, los 0,50, sistema informal de traslado de pasajeros en autos viejos y destartalados, no autorizados para circular, que es el rey del transporte en el distrito, defendido incluso por las autoridades municipales. En Ciudad Celina (antes, Villa Celina), el mayor enclave boliviano del país, donde en la calle se habla aymara y quechua, se venden hojas de coca y los locales facturan más que en el Once y en la avenida Santa Fe.

·         En Solano, límite entre Quilmes y Almirante Brown, “La feria del robado”, treinta cuadras recorridas por multitudes para comprar, a muy buenos precios, todo lo que produce el mundo del delito y de la falsificación, desde ropa, alimentos y herramientas hasta celulares, motos y autos. En la confluencia de tres de las villas más siniestras de La Matanza, el mayor programa social y asistencial del país, romovido por un cura villero que jugó al fútbol en River y en San Lorenzo, es amigo del Papa y tiene pinta de galán de cine. En el submundo del narcotráfico, las peripecias de un intendente peronista que quiso hacerle frente y la policía le hizo saber que más le valía ocuparse de sus cosas.

Un territorio en disputa, por Daniel Bilotta 

Por un rasgo cultural inherente a la fundación de Buenos Aires, los barrios que aparecen aquí se asentaron en las zonas cercanas a fuentes naturales de agua. Aunque, en este caso, ahora estén contaminadas. Pero también es uno de los pocos ríos donde se asume, por costumbre, que nadie es sancionado por volcar desechos. Por lo general, los terrenos que se ocuparon fueron los más cercanos a las orillas porque son los que quedaron alisados por los cíclicos desbordes.

La práctica iniciada a fines del siglo XIX por quienes trabajaban en los mataderos de esa región fue recuperada a mediados del XX por aquellos que necesitaban tener un techo propio y no podían comprarlo ni tampoco costear un alquiler. Sobre esas tierras de casi nulo valor inmobiliario en aquel momento se fueron constituyendo las denominadas “villas”, donde, por supuesto, escasea el agua potable y no hay cloacas.

Esa lógica aluvional fue perfeccionada después por quienes percibieron la oportunidad de montar un emprendimiento comercial sobre la urgencia de millares de desposeídos. Se encargaron de organizar las ocupaciones e, incluso, vendieron tierras fiscales o de terceros sin ningún tipo de autorización legal para hacerlo.

El crecimiento poblacional y económico combinado con el destino de megalópolis que parece aguardar a Lomas de Zamora le hizo cobrar a esas tierras otro valor comercial y político.

Allí habita casi el 40% de los electores de ese partido, que tiene casi 800.000 habitantes, según el último censo. Ese fenómeno es común a toda la periferia del Gran Buenos Aires y en él reside la importancia que cobra ese conglomerado en cada comicio.

En el conurbano viven dos tercios del total de los que votan en la provincia de Buenos Aires, que, a la vez, contiene a casi el 40% del total de electores de todo el país. Desde otra perspectiva, esos casi diez millones de personas ocupan y viven en una extensión de casi 13.000 kilómetros cuadrados.

Es menos del 5% de la superficie total de la provincia de Buenos Aires: 307.571 kilómetros cuadrados.

Quienes viven a las orillas del río suelen trabajar en áreas de servicios de la ciudad de Buenos Aires, de la que están muy cerca en un sentido estricto. Tanto que muchos de ellos ni siquiera conocen el microcentro del distrito en el que viven. Tampoco su palacio municipal. Su vínculo con esa jurisdicción es casi inexistente. Pero cobra vida a raíz de la disputa entablada con sus autoridades por la legitimidad de sus derechos sobre esas tierras.

El municipio se empeña en demostrar que su presencia es irregular, y quienes están allí, en justificar lo contrario. La idea del consenso ligada al espíritu del Estado dentro del sistema democrático pasa a convertirse en una utopía en esta situación.

Esas tensiones permiten descubrir gestos maravillosos, y otros, no tanto. Ese es el atractivo que despertaron. Y la razón para contarlas.

·         Algunas siguen apareciendo mientras estamos terminando este libro. Vale la pena referirse someramente a una: La chanchería. Un predio abandonado que recibió ese nombre porque mientras estuvo activo se dedicó a la cría de ganado porcino. Una vez que quedó vacío fue ocupado. Se ubica próximo al complejo deportivo que el Club Atlético Los Andes tiene en Villa Albertina. Uno de los parajes descriptos para llegar al barrio Nueva Esperanza (capítulo 4). Como todos en esa zona, sus habitantes están expuestos a la inseguridad y al robo de sus pocas pertenencias.

·         A esa modalidad se sumó ahora la sustracción de menores, aprovechando los momentos en que se ausentan sus padres. No piden rescate por ellos. Simplemente desaparecen. Algunos le atribuyen este fenómeno reciente a la inserción del narco en la periferia y a las nuevas formas del delito que ha incorporado.

Concluimos el comentario citando el elocuente y vehemente Prologo de Jorge Fernandez Diaz:

Prólogo, por Jorge Fernández Díaz

Bilotta, un baqueano natural de este verdadero “continente perdido”, y Reymundo Roberts, un cronista minucioso y asombrado, se unen para trazar la topografía de un fenómeno que causa espanto y preocupación, y de a ratos, una comicidad involuntaria. Retratan una tierra hostil formada por diversas comunidades con culturas a veces antagónicas, que es el reino de la desigualdad, y donde campean la improvisación constante, la tendencia al caciquismo y la desmesura, y donde las leyes fácticas se imponen a las formales. Los hallazgos de estos rastreadores provocan sorpresa porque los medios de comunicación nacionales han dado históricamente la espalda a ese otro país, lo cubren desde lejos y no suelen llevar un registro diario de sus anomalías. Sin el foco constante y la denuncia mediática, se han ido naturalizando allí prácticas incompatibles con un estado de derecho.

Estamos hablando de un universo de aproximadamente diez millones de personas, y de una región que resulta crucial en cualquier elección; también, el bastión simbólico y operativo del justicialismo. En algunos de los confines del conurbano, el clientelismo y el adoctrinamiento han sido tan sistemáticos que resulta “inconcebible no ser peronista”, como demuestran los autores. Fase superior del populismo feudal: reducir el electorado a servidumbre, convertir a la víctima en dependiente de su propio verdugo. Que con sus desastrosas políticas económicas y sociales la condenó a la miseria, pero que a la vez se mantuvo cerca para “salvarla” eventualmente de la inanición final con limosnas y recoger de ese modo su respaldo el día D en las urnas.

Si algo queda claro es que la cacareada “industrialización kirchnerista” de los últimos veinte años es una mentira patética, y que toda esta metodología regresista y trucha nada tiene que ver con la palabra “progresismo”; más bien se parece sospechosamente al viejo y rancio conservadurismo bonaerense, tan reconocido por sus metodologías mafiosas.