La
historia de la Libia de Gaddafi encierra la explicación de la curiosa y solitaria solidaridad de los gobiernos de Castro, Chávez y Kirchner contra el resto de mundo en la negacíón de la carnicería genocida que ha desatado contra su propio pueblo y la justificación de sus 42 años de dictadura absoluta.
Emancipada de Italia como Reino de Libia recién en 1951, esta nación de 6 millones de habitantes y 940.000 kilómetros cuadrados de desierto tuvo sólo dos gobernantes en su medio siglo de existencia independiente: el
rey Idris (1951-1969) y el capitán (autoascendido a coronel) Gaddafi (de 1969 al presente).
La
constitución de 1951 estableció una monarquía constitucional de orientación islámica moderada con gobierno parlamentario y libertad de culto y esto a su vez alentó a la llegada de compañías europeas y americanas que en 1959 descubrieron petróleo.
Ese fue el detonante para las ambiciones de grupos militares que descubrieron la oportunidad para pasar de capitanes a jeques "nacionalizando" los yacimientos.
Siguiendo a Nasser en Egipto -que pondría en linea sucesoria a Sadat y Mubarak- Gaddafi emergió de la oscuridad con un grupo de oficiales de bajo rango y tomó el poder sin resistencia de la monarquía.
En 1970, el 60 % de la renta petrolera pasó a ingresar a la caja de Gaddafi. La ecuación siguió aumentando a favor de Gaddafi en la década siguiente, hasta llegar al actual 70 - 30 (70 dólares de cada 100 por barril para Gaddafi, 30 para las petroleras europeas que lo extraen y refinan)
En la "democracia de masas" proclamada por el Libro Verde, las masas tenían la misma participación que el proletariado en la "dictadura del proletariado", bajo el control de un estado policial tan eficiente que el mismo George W Bush decidió contratar para torturar presuntos jihadistas fuera de las limitaciones de la justicia internacional y de la de Guantánamo.
Gaddafi estableció 2000 "comités populares" que supuestamente operarían como gobiernos locales, pero estableció también "comités revolucionarios" con poder militar para controlar y vetar cualquier decisión "inaduacuada" y eliminar a los "conspiradores"-
En 1978 Gaddafi se convirtió en lider vitalicio de la revolución con poderes absolutos. Para ese entonces ya había eliminado a los otros 11 militares de su consejo revolucionario (a 3 mediante fusilamiento) y condenado a muerte en ausencia al ex rey y otras figuras del pasado potencialmente atractivas.
En 1971 Gaddafi nacionalizó el petróleo, manteniendo a compañías extranjeras para la extracción y refinado y capturando el 70 % de las regalías para su gobierno -administradas personalmente por su familia-.
Entre 1971 y 2003, la producción cayó a la mitad, la desocupación subió al 20 % para quedarse, comenzaron los desabastecimientos y el descontento popular con la cleptocracia de la fa,ilia Gaddafi (conocida por los libios como "Gaddafi Inc.") produjo varios golpes y sublevaciones entre 1990 y 1998, todas reprimidas en forma sangrienta.
Enfrentado con el descontento popular, Gaddafi recurrió a la vieja receta dictatorial de iniciar una guerra con un ´país vecino, e invadió Chad en 1978.
La guerra subsiguiente -bautizada la "guerra de los Toyotas" por el hábil uso que las fuerzas chadistas hicieron de camionetas 4 x 4 para derrotar y destruir a más de 300 tanques libios- terminó en una catastrófica serie de derrotas militares para Gaddafi, quien en 1988 reconoció al gobierno de Chad y retiró sus últimos efectivos.
Entre 2001 y 2003, debilitado por la crisis económica, el aislamiento internacional y sanciones por su financiación del terrorismo y el
atentado de Lockerbie, el régimen de Gaddafi inició un violento repliegue, aceptando indemnizar a las víctimas, renunciando a la violencia, denunciando a Al Qaeda y apoyando a George W Bush en su invasión a Iraq.
El "eje del mal" liderado por Hugo Chavez y sus gobiernos acólitos encontró en el régimen de Gaddafi un precursor que se nutría de las mismas muletillas antioccidentales, antiamericanas, nacionalistas y populistas para justificar la acumulación de poder y el saqueo de los recursos públicos a cambio de patronazgo clientelista y también un financista ávido de lavar petrodólares excomunicados de los circuitos internacionales a través de entidades como el Banco del Sur.
El derrumbe del gaddafismo no sólo conmociona los planes económicos del chavismo y sus satélites, sino que desnuda e impide el uso de los "derechos humanos" y la "justicia social" como justificaciones de sus regímenes.
Cubanos, venezolanos y argentinos pueden fácilmente trazar paralelos entre el "socialismo bolivariano", la dictadura cubana y el clientelismo kirchnerista y el de Libia en su receta de gobierno: "tercera posición", "socialismo ad hoc", uso de subsidios para calmar revueltas, agresión a países vecinos, militarización, control social y anulación de la libertad de asociación y expresión para mantenerse en el poder, reformas constitucionales que dan poderes absolutos al "líder supremo de la revolución".
El final de Gaddafi muestra a los miembros del arco bolivariano un anticipo de lo que les espera en el futuro con sus recetas setentistas.
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Referencias
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