Siguiendo las pautas del "plan B" -transferir a los votantes los costos del modelo clientelista- que habíamos anticipado, el gobierno comenzó a echar mano a los mismos errores que en 1952 aceleraron el derrumbe de la economía populista del primer peronismo, con medidas que además de absurdas e inefectivas son el equivalente económico de boomerangs armados con hojitas de afeitar: trabas a las importaciones -que generaron automáticas y devastadoras represalias comerciales de sus dos únicos compradores serios, Brasil y China-, cupos a las exportaciones -que llevaron a los productores agropecuarios a liquidar 10 millones de cabezas de ganado y moler trigo cuyo precio interno no recupera el costo de cosecha para alimentar a los cerdos-, y , como clásico broche de oro, intentar impedir la fuga al dólar poniendo trabas a las compras y amenzando con una nueva "pesificación" confiscatoria de depósitos en esa moneda.
Esta última medida -reminiscente de la era Cavallo y un clásico modelo de harakiri económico- sirvió para acelerar la hemorragia de capitales que huyen para refugiarse en colchones o países que respetan la propiedad y los contratos -reforzando el ingreso de dólares argentinos a Uruguay, Brasil y Chile-
El clásico pavoneo sobre las reservas récord ha dado paso a una aceleración de movimientos desesperados como los de un ajedrecista que enfrenta una cadena de jaques y trata de evitar lo inevitable. Entre 2003 y 2011, salieron de Argentina al dólar 78,000 millones , contra reservas que han bajado a menos de 50,000 millones (el nivel que tenían en 1998, cuando comenzó el derrumbe de la Convertibilidad que se suponía habían "blindado")
El populismo kirchnerista ha entrado en la
Etapa 3 de la macroeconomía populista -la crisis de insostenibilidad- que describieron hace 20 años los economistas Edwards y Dornbusch y comentara este Blog en un artículo previo.
Los argentinos -que ratificaron hace apenas un mes su fe en los milagros populistas votando masivamente por los mismos que hoy les pasan las facturas del consumo subsidiado- se encuentran ahora atrapados en su propia incoherencia: si creyeran en el "modelo" y el gobierno, no huirían al dólar en masa, si no creyeran, no hubiesen votado para mantenerlo.
Pero eso fue exactamente lo que hicieron antes, en 1995, al reelegir a Menem para mantener el "modelo" de Convertibilidad, e incluso en el 2000, cuando eligieron a una oposición que se comprometió a mantenerla a rajatabla y terminó ... pesificando.
La historia se repite cuando no se aprende.
Ha comenzado a desatarse -en típica moda veraniega- la corrida cambiaria y financiera combinada con un violento tarifazo, que será seguido por devaluación de los ahorros y salarios vía pesificación y una nueva inyección de gasolina al incendio inflacionario que ya resulta inocultable.
La situación es potencialmente mucho más peligrosa que en 1952, 1975, 1989 y 2001, porque el país no tiene acceso a crédito internacional y está obligado -gracias al "pagadiós patríotico"- a pagar sus deudas con dólares de exportaciones que -debido a las políticas de confiscación vía retenciones y cupos- siguen cayendo. La economía está sin red, y como el veto de Estados Unidos al auxilio financiero buscado por la apresurada reunión de Cristina Kirchner con Obama en el G-20 muestra, tampoco hay credibilidad externa. En cuanto a la credibilidad interna, una presidente que recomienda no comprar dólares mientars mantiene
un plazo fijo de casi 3 millones de esa moneda -como
la mayoría de sus velozmente enriquecidos ministros y funcionarios- , tampoco inspira mucha confianza.
Queda -como en 1951,1973, 1989 y 2001- el camino de una devaluación en estampida que frene las importaciones, haga caer el salario y permita al gobierno hacer un masivo "pagadiós" a los que lo votaron para salir del paso.
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Referencias
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