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Saturday, November 15, 2025

La lucha por la “hegemonía”: una marca en el orillo del populismo

En los últimos años, la palabra “hegemonía” se ha vuelto comodín en la política argentina. Los populistas la pronuncian con la misma reverencia con que los alquimistas hablaban del elixir de la inmortalidad. Antonio Gramsci—el santo patrono de esta devoción—definió hegemonía como la capacidad de una clase política de dirigir intelectual y moralmente a la sociedad (Gramsci, 1971). En castellano común: que todos piensen, sientan y respiren al compás del movimiento.

La democracia liberal, en cambio, tiene un vicio imperdonable: desconfía de quienes se arrogan la representatividad absoluta. Loris Zanatta lo resume mejor que nadie: los populismos latinoamericanos “no conciben un pueblo plural sino uno homogéneo; no aceptan la diferencia como condición democrática, sino como patología moral” (Zanatta, 2015, p. 42).

Nada retrata mejor esta pulsión que nuestro propio laboratorio nacional de hegemonía: el peronismo. Y dentro de él, su obra de ingeniería cultural más ambiciosa: la “fisiología” comunicacional creada por Raúl Apold, descrita por Silvia Mercado en Apold. La sombra del poder.


1. Gramsci: el evangelio laico de la hegemonía

El marxismo clásico creía que la historia la movían estructuras económicas. Gramsci añadió un ingrediente más eficaz: la batalla por la cultura. Según él, la burguesía dominaba no sólo por capital, sino porque su visión del mundo impregnaba escuelas, medios y sentido común.

Para revertirlo, el partido debía erigirse en “intelectual orgánico”, educador moral del pueblo (Gramsci, 1971, pp. 5–23).

Gramsci define hegemonía como:

“La dirección intelectual y moral que una clase ejerce sobre las demás cuando obtiene el consenso y no sólo la fuerza.”
—Gramsci, Quaderni del carcere, Ed. Einaudi, 1975, vol. 1, p. 104.

Su tesis central:

  • Para dominar políticamente, primero se debe dominar culturalmente.

  • La escuela, la prensa y los intelectuales son arenas de batalla.

  • El “intelectual orgánico” debe uniformar la visión del mundo de las masas.

Y remata:

“El Estado es educador: organiza el consenso, disciplina los hábitos, forma las costumbres.”
—Gramsci, 1975, vol. 3, p. 156.

Este proyecto es incompatible con la democracia liberal, que exige:

  • instituciones autónomas,

  • pluralidad de ideas,

  • libertad de enseñanza,

  • prensa independiente,

  • Crítica protegida.

En síntesis:

Gramsci no describe la democracia, sino la hegemonía moral de un partido.

La premisa suena noble. Hasta que alguien intenta aplicarla.

Spoiler: los resultados suelen parecerse menos a Atenas y más a 1984.

Loris Zanatta ofrece el puente conceptual entre Gramsci y el peronismo. En El populismo:

“El populismo identifica al pueblo como un cuerpo moral unificado, dotado de una verdad interior que sólo el líder encarna.”
—Zanatta, 2015, p. 42.

En Perón y el mito de la Nación Católica, profundiza:

“El peronismo quiso instaurar un catecismo cívico: una doctrina donde el bien y el mal político estaban predeterminados. La discrepancia era inmoral.”
—Zanatta, 2013, p. 289.

Zanatta demuestra que el populismo:

  • no admite pluralismo real,

  • considera la crítica como atentado moral,

  • necesita un pueblo homogéneo,

  • convierte la política en una liturgia.


2. Perón: el gramscismo criollo

Si alguien leyó a Gramsci con gula fue el primer peronismo. No académicamente, por supuesto; Perón no necesitaba leerlo para intuir sus mecanismos. Su instinto político era suficientemente gramsciano: controlar la cultura para evitar tener que debatir.

Silvia Mercado (2015) describe con detalle quirúrgico cómo, bajo la mano de Raúl Apold, el gobierno articuló una “fisiología peronista”: un ecosistema mediático en el que todos los órganos —prensa, radio, cine, espectáculos, escuelas, sindicatos— latían al ritmo del líder. La maquinaria tenía principios simples:

  1. Centralización absoluta del mensaje.
    Apold decidía qué se emitía, quién hablaba, qué tono se usaba y qué silencios convenían. Mercado cita documentos internos donde Apold exigía “uniformidad en los conceptos” y “alineamiento con la conducción” (Mercado, 2015, pp. 89–94).

  2. Construcción del mito Perón–Evita.
    Se fabricó un panteón sentimental donde el Líder y la Jefa Espiritual ocupaban el rol de padres fundadores. “La patria ya no es la tierra: es Perón”, escribían los manuales (Mercado, 2015, p. 147).

  3. Deslegitimación sistemática del disenso.
    Para la fisiología peronista, el opositor no era adversario, sino enemigo moral. Mercado muestra cómo Apold instruía a periodistas para presentar la crítica como “antipatriótica” o “oligárquica” (Mercado, 2015, pp. 164–169).

La hegemonía es eficaz. Pero suele tener efectos colaterales sobre la libertad.



3. El Manual del Alumno de la Nueva Argentina: catecismo escolar

La educación fue objetivo privilegiado. El Manual del Alumno de la Nueva Argentina buscaba asegurar que ningún niño escapara del molde oficial. El libro enseñaba historia como si la Argentina hubiera sido un experimento fallido hasta la llegada de Perón.

Un ejemplo claro lo ofrece el capítulo “El Líder y su Pueblo”, donde se afirma:

“Perón nos ha devuelto la dignidad que nos arrebataron décadas de injusticia. Antes vivíamos perdidos; hoy sabemos quiénes somos.”
Manual del Alumno de la Nueva Argentina, citado en Mercado (2015, p. 133)

La pedagogía no apuntaba al pensamiento crítico, sino al pensamiento único. Exactamente lo opuesto a lo que defiende la Constitución de 1853.

Silvia Mercado documenta cómo Raúl Apold edificó un aparato de “ingerencia total” sobre la comunicación.

En una circular interna, Apold instruye:

“La montaña informativa debe moverse en consonancia con la voz oficial. Nada que confunda al pueblo debe difundirse.”
—citado en Mercado, 2015, p. 89.

El Manual del Alumno (1952), distribuido masivamente, transformó la educación cívica en catequesis política:

“Gracias a Perón hemos recobrado la dignidad perdida. Él es nuestro guía y protector.”
—Manual del Alumno de la Nueva Argentina, Ministerio de Educación, 1952, p. 17.

“El trabajador vivía en la oscuridad; Perón le trajo la luz.”
—Manual, 1952, p. 21.

¿Pluralismo?

No aparece ni como concepto. 

La “fisiología peronista”

Mercado detalla:

  • control de contenidos de radio;

  • supervisión previa de noticieros;

  • presiones a diarios;

  • listas negras de artistas;

  • sanciones económicas a medios disidentes;

  • obligatoriedad de difundir actos oficiales;

  • Culto hagiográfico al Líder y la Jefa Espiritual.

Apold mismo afirmaba:

“El Movimiento tiene una sola voz: la del Conductor.”
—Mercado, 2015, p. 95.


4. La Comunidad Organizada: el Estado ético

En La Comunidad Organizada, Perón (1950) desarrolla la arquitectura filosófica de su hegemonía. Allí sostiene:

“El hombre sólo alcanza su plenitud en la comunidad.”
—Perón (1950, p. 23)

Es una afirmación noble… si no fuera acompañada por otra:

“Los individuos no existen sino en la medida en que sirven a la comunidad.”
—Perón (1950, p. 41)

Al leerlo, uno comprende por qué los liberales insisten en la división de poderes. La Comunidad Organizada propone una sociedad en la que el conflicto desaparece porque desaparece el individuo: sólo queda la “unidad de concepción”, fórmula que, en democracia, suele presagiar uniformidad compulsiva.

Perón enuncia en ese texto:

“El individuo aislado carece de existencia moral: sólo alcanza plenitud en la comunidad.”
—Perón, 1950, p. 41.

Y prescribe:

“La unidad de concepción es esencial para la unidad de acción.”
—Perón, 1950, p. 58.

Frase profundamente anti-liberal:

Ninguna democracia puede exigir la unidad de pensamiento.


5. Eva Perón: devoción como política

Eva Perón refinó esa visión en La razón de mi vida (1951), donde explicaba su misión con un tono místico:

“Mi vida es de Perón. Todo lo que soy se lo debo a él.”
—Eva Perón (1951, p. 11)

Eva Perón refuerza la doctrina emocional:

“Mi vida es de Perón: traicionarlo sería traicionar mi alma.”
—Eva Perón, 1951, p. 11.

Sobre los opositores:

“La ingratitud hacia Perón no tiene perdón posible.”
—Perón, E., 1951, p. 148.

La discrepancia queda equiparada a pecado. 

El lector liberal podría preguntarse si esta confesión no describe mejor una secta que un proyecto político. Pero “unidad de concepción”, ya se sabe.



6. De Apold a 678: la tradición continúa

La tentación hegemónica no desapareció tras 1955. Renació, con nuevas herramientas, durante el kirchnerismo.

Los “juicios públicos” de Hebe de Bonafini

En 2006, Bonafini organizó escraches a periodistas disidentes, acusándolos de “cómplices de la dictadura” sin mediación judicial alguna. Su objetivo era el mismo que el de Apold: disuadir la crítica no por argumentos, sino por miedo moral.

Bonafini afirmó en Plaza de Mayo:

“A los traidores hay que juzgarlos en la plaza.”
—Discurso, Plaza de Mayo, 5/8/2006.

Es la traducción literal de «hegemonía moral».

678: el tribunal televisivo

El programa funcionó como un People’s Court donde se sometía a la ciudadanía al pensamiento correcto. Cada emisión ofrecía:

  • acusaciones morales a periodistas no alineados,

  • ediciones manipuladas,

  • paneles que actuaban como jurados ideológicos.

El formato coincidía punto por punto con lo que Anthony Lewis denuncia en Freedom for the Thought That We Hate: la pulsión del poder por convertir la libertad de prensa en obediencia de prensa (Lewis, 2007).

“La libertad de expresión existe para proteger el pensamiento que odiamos.”
—Lewis, 2007, p. 3.

O sea: para impedir exactamente lo que hacía 678.


7. La Constitución de 1853: el antídoto

Frente a estas tentaciones, la Constitución de 1853 es un recordatorio incómodo para cualquier hegemonista:

  • La división de poderes impide que un movimiento capture todo el Estado.

  • La libertad de prensa protege incluso—y especialmente—lo que irrita al gobierno.

  • El federalismo diluye la concentración del poder.

  • Los derechos individuales limitan la voluntad de las mayorías.

Como señala Sabsay (2010), la Constitución argentina fue diseñada para “prevenir toda forma de absolutismo, incluso el ejercido en nombre del pueblo” (p. 55).

La democracia liberal sostiene que la pluralidad es una bendición. El populismo cree que es una traición.

Los constituyentes imaginaron un país inmune a proyectos totalizantes:

  • art. 14: libertad de publicar ideas.

  • art. 32: prohibición de censura.

  • art. 29: prohibición de poderes extraordinarios.

  • art. 5 y 121: federalismo como barrera anti-centralización.

  • art. 1: forma republicana = división del poder.

Sabsay lo sintetiza:

“La Constitución de 1853 es un dique contra la concentración del poder aun cuando se invoque al pueblo.”
—Sabsay, 2010, p. 55.


8. Conclusión: una marca en el orillo

La palabra “hegemonía” suena erudita. Pero en política práctica significa algo más simple: usted no piensa, yo pienso por usted.

Gramsci la elaboró; Perón la ejecutó; Apold la perfeccionó; Bonafini y 678 la actualizaron. Siempre con el mismo sueño: una sociedad sin grieta porque sólo queda una voz.

Anthony Lewis recordaba que la esencia de la libertad de expresión es proteger “el pensamiento que odiamos” (Lewis, 2007, p. 3). Esa frase resume el espíritu del constitucionalismo liberal y la antítesis del proyecto hegemónico.

Mientras algunos sigan soñando con pueblos unánimes y líderes infalibles, conviene recordar que la diversidad no es un problema a corregir, sino la condición de existencia de una república.

Porque allí donde todos piensan igual, nadie está pensando.


Referencias (APA)

Gramsci, A. (1971). Selections from the prison notebooks. International Publishers.

Lewis, A. (2007). Freedom for the thought that we hate: A biography of the First Amendment. Basic Books.

Mercado, S. (2015). Apold. La sombra del poder. Editorial Sudamericana.

Perón, E. (1951). La razón de mi vida. Editorial Peuser.

Perón, J. D. (1950). La comunidad organizada. Subsecretaría de Informaciones.

Sabsay, D. (2010). La Constitución de 1853 y el constitucionalismo argentino. Editorial La Ley.

Zanatta, L. (2015). El populismo. Katz Editores.

Monday, September 22, 2025

Pensamiento Utópico y Extremismo de Derecha e Izquierda


En Utopismo: Una introducción muy breve, L. T. Sargent (2010) define el utopismo como un “sueño social”: una visión idealizada de sociedades perfectas llamadas a superar la imperfección humana. Sin embargo, como advirtió Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos (1945), los intentos de realizar utopías mediante ingeniería política suelen conducir a la tiranía, porque exigen uniformidad, suprimen la disidencia y justifican la coerción en nombre de un “bien superior”.

Este artículo analiza cómo el pensamiento utópico alimenta tanto el extremismo de izquierda como el de derecha. En particular:

  1. Anarcocapitalismo — utopía de derecha de mercados sin Estado.

  2. Neomarxismo — utopía de izquierda de igualdad total mediante planificación y control.

  3. Apoyo a Hamas — utopía de “resistencia” que ignora su realidad teocrática y terrorista.

  4. Presidencias imperiales de ultraderecha (Trump, Putin, Orbán) — ejemplos actuales de autoritarismo utópico que amenazan a las sociedades abiertas.


I. Anarcocapitalismo: la utopía de la “no-sociedad regulada”

El anarcocapitalismo propone abolir el Estado y dejar la justicia, la seguridad y la moneda en manos privadas. Esto refleja lo que Popper llamó ingeniería social utópica: la creencia de que un diseño audaz puede borrar las imperfecciones de la historia.

  • Falsedad: supone que el orden espontáneo puede reemplazar las instituciones.

  • Resultado: vacíos de poder ocupados por mafias, milicias o monopolios.

  • Caso Argentina: las reformas de Milei en 2024 —desregulación y recorte abrupto de subsidios— produjeron recesión y pobreza masiva antes de lograr cierta estabilización, confirmando la advertencia de Sargent: los atajos utópicos suelen generar daño social.


II. Neomarxismo: la utopía del “Estado perfecto”

El neomarxismo actual amplía los objetivos marxistas clásicos con demandas identitarias, prometiendo igualdad absoluta en economía, cultura y lenguaje. En términos de Popper, esto es historicismo utópico: la idea de que la historia tiene un fin predeterminado, una sociedad sin clases ni contradicciones.

  • Falsedad: creer que se puede eliminar el conflicto social aboliendo la desigualdad.

  • Resultado: el Estado expande su poder coercitivo para imponer uniformidad en nombre de la justicia.

  • Ejemplos históricos: la URSS, Cuba y Venezuela muestran cómo las utopías de igualdad degeneraron en represión, corrupción y pobreza.


III. Hamas: utopía revolucionaria y distopía teocrática

La izquierda radical suele presentar a Hamas como “resistencia legítima”. Pero su carta fundacional de 1988 proclama la destrucción del Estado de Israel mediante la yihad, y aunque documentos posteriores suavizaron el lenguaje, no se revocó la premisa.

  • Falsedad: idealizar al oprimido como encarnación automática de justicia.

  • Realidad: Hamas aplica un régimen autoritario religioso, reprime mujeres y minorías y utiliza a civiles como escudos.

  • Resultado distópico: opresión interna en Gaza y escalada regional.


IV. La falacia utópica de la “solución de dos Estados” sin neutralizar a Hamas

La propuesta de dos Estados se presenta como fórmula racional para la paz. Sin embargo, resulta utópica si Hamas mantiene poder militar y político. Popper advertía que los planos utópicos ignoran la necesidad de “ingeniería gradual” para instituciones viables.

  • Problema: Hamas no reconoce a Israel y busca su eliminación.

  • Riesgo: un Estado democrático coexistiendo con un proto-Estado islamista armado institucionalizaría el conflicto.

  • Lección: sin desarmar o transformar a Hamas, el acuerdo sería una ficción destinada al fracaso.


V. Presidencias imperiales de ultraderecha: Trump, Putin y Orbán

Popper advirtió que los líderes autoritarios explotan narrativas utópicas para justificar la concentración de poder. Esto se observa en las presidencias imperiales de ultraderecha, que erosionan instituciones liberales.

  • Donald Trump: propone un renacimiento nacional bajo “America First”, presentándose como salvador único. Resultado: debilitamiento de contrapesos, erosión de la confianza electoral y polarización.

  • Vladimir Putin: encarna una utopía nacionalista de resucitar el imperio ruso, justificando la invasión a Ucrania. Su régimen combina represión, propaganda y militarismo.

  • Viktor Orbán: defiende una “democracia iliberal” en Hungría, una utopía de homogeneidad cultural y soberanía nacional. A través de control mediático y judicial, reduce el pluralismo, núcleo de la sociedad abierta.

Patrón común: se presentan como guardianes infalibles del destino nacional, una ficción utópica que autoriza el desmantelamiento de las instituciones.


VI. Dos extremos, un mismo patrón

A pesar de sus diferencias, el anarcocapitalismo, el neomarxismo, el utopismo pro-Hamas y las presidencias imperiales de ultraderecha comparten tres rasgos:

  1. Perfeccionismo ingenuo — creer en un orden sin contradicciones.

  2. Supresión del pluralismo — uniformidad del mercado, igualdad absoluta o unidad nacional sin disenso.

  3. Justificación del daño — presentar el sufrimiento como sacrificio necesario para alcanzar el paraíso prometido.


Conclusión

El pensamiento utópico es la raíz común de los extremismos. De derecha o de izquierda, desde mercados sin Estado hasta Estados totales, desde movimientos revolucionarios hasta presidencias imperiales, todas las utopías niegan la imperfección humana y los límites institucionales. La consecuencia es violencia, represión o colapso sistémico.

La alternativa liberal —la sociedad abierta de Popper— es más modesta pero más sostenible: reformas graduales, pluralismo y contrapesos institucionales. No promete un paraíso, sino mejoras graduales dentro de los límites de la naturaleza humana. Esa modestia es, paradójicamente, su mayor virtud.


Referencias (APA)

  • Popper, K. (1945). La sociedad abierta y sus enemigos. Londres: Routledge.

  • Sargent, L. T. (2010). Utopismo: Una introducción muy breve. Oxford University Press.

  • Reuters. (2024, 26 de septiembre). Milei’s austerity seen pushing half Argentina into poverty.

  • Reuters. (2025, 31 de marzo). Poverty-hit Argentines rummage for food even as economic outlook improves.

  • Avalon Project. (1988). The Covenant of the Islamic Resistance Movement (Hamas Charter). Yale Law School.

  • Wilson Center. (2017). The Doctrine of Hamas: New Charter vs. Old Charter.

  • AP News. (2025). Argentina poverty levels slide as Milei tames inflation.

Datos y fuentes recientes

1. La Carta Fundacional de Hamas y su contenido

  • Publicada el 18 de agosto de 1988, la Carta de Hamas declara explícitamente que Israel debe desaparecer, y que Palestina es “una unidad islámica indivisible” que no puede ceder parte de su territorio, pues hacerlo equivaldría a traición. CIE+3Catarata+3Intelligence Resource Program+3

  • El Artículo 2 del estatuto original afirma que la lucha contra los sionistas es tan grave que no admite negociación; exige la “liberación de Palestina” a través de la yihad y rechaza cualquier solución política que implique reconocer Israel. CIE+2Intelligence Resource Program+2

  • Aunque en 2017 Hamas publicó nuevos estatutos que suavizan algunos términos y dicen aceptar las fronteras de 1967, no hay retractación explícita de los artículos fundamentales de la carta original, ni del objetivo de resistencia armada. Wikipedia+1

Interpretación relevante: estos textos confirman que el actor en cuestión no solo es armada y políticamente activo, sino que su ideología no contempla una coexistencia reconocida con el Estado de Israel como actualmente existente, lo cual hace inviable una solución de dos Estados que no exija previamente que Hamas deje de tener un objetivo de destrucción. Esa ideologicalzlación sirve como base para la crítica: apoyar la solución de dos Estado sin exigir la transformación o desarme del actor militante equivale a sostener una utopía sin tomar en cuenta la realidad de la ideología y estructura de poder.


2. Indicadores sociales recientes en Argentina: pobreza, indigencia y niñez

Estos datos muestran los costos sociales del estatismo o de políticas económicas extremas y reflejan lo que Sargent advierte: los utopismos abstractos muchas veces producen sufrimiento real.

  • Pobreza total: para el segundo semestre de 2024, la pobreza en Argentina fue del 38,1% de la población. Esto representa una disminución desde el 52,9% del primer semestre de 2024. Reuters+4Argentina Government+4UNL+4

  • Indigencia: en ese mismo periodo, la indigencia alcanzaba al 8,2% de la población (~2,5 millones de personas) argentinos. El País+2Argentina Government+2

  • Niñez: los menores de 14 años fueron los más afectados: alrededor del 51,9% en pobreza; 11,5% en indigencia. El País

  • Pobreza monetaria reciente: un informe de UNICEF para el segundo semestre de 2024 sitúa la pobreza monetaria infantil en 52,7%, con pobreza extrema en torno al 9,3% según proyecciones institucionales para el primer semestre de 2025. UNICEF

Interpretación relevante: aunque bajo Milei hubo una caída notable de la pobreza desde los extremos de 2024, los niveles siguen siendo muy altos. Esto muestra que las utopías económicas, ya sea estatistas que prometen bienestar universal, o libertarias duras que prometen mejorar todo mediante libre mercado, enfrentan una realidad costosa y lenta para transformarla, y con consecuencias sociales importantes si los cambios son abruptos.


3. Víctimas y efectos del conflicto entre Israel y Hamas

Para entender lo que implica apoyar movimientos como Hamas sin tener en cuenta las consecuencias humanitarias, conviene ver cifras recientes:

  • Víctimas civiles reportadas en Gaza tras las ofensivas israelíes responsables de atacar estructuras militares de Hamas. Un informe citado por Huffington Post (abril 2025) indica más de 52.243 fallecidos y más de 117.639 heridos desde los eventos mayores de octubre de 2023. Más del 65% de las víctimas serían mujeres, niños y ancianos. ElHuffPost

  • Las autoridades de Gaza denuncian la muerte de más de 2.200 familias completas (cada familia implicando varios miembros) y más de 5.070 familias con solo un sobreviviente. ElHuffPost

Notas de matiz:

  • Hay cuestionamientos sobre la fiabilidad y transparencia de algunas cifras, ya que muchas provienen de agencias o autoridades bajo influencia de Hamas. infobae

  • No obstante, los reportes coinciden en la magnitud: los daños civiles son muy elevados, lo que sugiere que la violencia política utópica tiene costos humanos reales, inmediatos y atroces.


Cómo incorporar estos datos en la crítica utópica

Con estos elementos empíricos, se fortalecen los siguientes argumentos:

  1. Apoyar la teoría de dos Estados sin exigir el desmantelamiento del aparato militante o la renuncia de objetivos de destrucción expresa (como los de Hamas) es una utopía política ingenua, pues ignora la incompatibilidad entre la ideología fundacional de Hamas y la convivencia pacífica.

  2. Las cifras de pobreza en Argentina muestran que los cambios radicales —estatistas o libertarios extremos— no tienen efectos inmediatos uniformes: hay víctimas sociales en los sectores más vulnerables, niños y hogares en pobreza extrema. Las utopías que prometen bienestar ilimitado deben responder cómo protegerán a estos sectores en la transición.

  3. Los datos humanos del conflicto (víctimas civiles) demuestran que la idealización de la resistencia o del actor oprimido puede encubrir violencia real, efectos colaterales desproporcionados, y una constante retroalimentación de sufrimiento. Esto se relaciona con lo que Sargent advierte: utopismos que valoran la pureza del bien pueden tolerar o justificar atrocidades en nombre de su fin.

Thursday, September 18, 2025

Lecturas Recomendadas 107: Utopismo: Una introducción muy breve de L. T. Sargent

 


Cita (APA): Sargent, LT (2010). Utopismo: Una breve introducción [versión Kindle para Android].

Sargent llama utopismo al “sueño social” que promete resolver la imperfectibilidad humana mediante diseños totalizantes de sociedad. Ese sueño adopta tres caras —utopía literaria, práctica comunitaria y teoría social— y, cuando se aplica como ingeniería política, tiende a degenerar en resultados distópicos porque congela el cambio, subestima la falibilidad humana y autoriza la coerción para eliminar disenso (Sargent, 2010).

Con ese lente, pueden leerse dos utopías opuestas pero simétricas en Argentina reciente:

  1. la utopía “negativa” de un país sin (o con casi nada de) Estado —el libertarianismo radical—, y

  2. La utopía “positiva” del Estado proveedor omnipresente —el estatismo fascista/peronista/marxista—.

Ambas niegan fricciones y límites: una presume que mercados puros generan orden sin árbitro; la otra supone que un árbitro perfecto puede diseñar y distribuir sin corrupción ni errores. En términos de Sargent, dos rutas distintas hacia la misma trampa utópica

I. El libertarianismo radical (Milei): la utopía del “no-Estado”

1) Desmonte abrupto de reglas sin fase de transición

  • DNU 70/2023: paquete de desregulación masiva y reforma del Estado por decreto; derogaciones y flexibilizaciones de amplio alcance sin cronograma transicional claro. Riesgo: vacíos regulatorios, judicialización y “costos de coordinación” para empresas y provincias. Argentina+1

  • Ley Bases (2024): emergencia administrativa, económica, financiera y energética; RIGI y facultades delegadas al Ejecutivo. Beneficia la atracción de proyectos grandes, pero incrementa asimetrías entre firmas grandes y pymes y concentra discrecionalidad. Boletín Oficial+1

Daño observable (2024–25):

  • Actividad: caída interanual fuerte en la fase de shock (EMAE –8,4% interanual en marzo 2024), y recuperación posterior con altibajos; en 2T-2025 el PBI trimestral volvió a caer –0,1% s.e. (cortando 3 trimestres de rebote). Indec+1

  • Ingresos: salarios nominales avanzan, pero con rezagos y heterogeneidad (no registrado vs. registrado); abril–junio 2025: +74,3% i.a. (abril) / +60,7% i.a. (junio). La mejora real es parcial y volátil. Indec+1

  • Pobreza: tras el salto inicial por devaluación e inflación de fin de 2023, el dato oficial de 1º semestre 2025 marca 38,1% de personas y 28,6% de hogares, mejor que un año antes, pero aún muy alto. Indec

2) Corrección de subsidios: necesaria, pero procíclica si se hace “a seco”

  • El estatismo 2019–2023 dejó subsidios energéticos ~2% del PIB (2022) y cobertura del 79% del costo eléctrico / 71% gas: insostenible y regresivo. CIPPEC+1

  • El recorte 2024–25 ayudó al superávit, pero encareció tarifas golpeando a hogares medios y bajos, con pass-through en pobreza transitoria. infobae+2Chequeado+2

3) Estabilización nominal exitosa pero con “piso social” frágil

  • Inflación: de 211,4% anual (2023) y 25,5% mensual en diciembre, a registros 2–3% mensual en 2025; desinflación rápida a costa de recesión y licuación inicial. LA NACION+2Reuters+2

  • Riesgo utópico según Sargent: suponer que mercado + shock reemplazan instituciones. Sin árbitro creíble, justicia eficaz y federalismo cooperativo, el “no-Estado” se vuelve anomia regulatoria —exactamente el tipo de colapso institucional que los utopismos provocan al negar la imperfectibilidad humana.

  • Balance: el ajuste corrige distorsiones (subsidios, cepos, déficit) y baja la inflación, pero el maximalismo “sin Estado” genera costos sociales altos y desorden de implementación. La lección de Sargent: la ingeniería social “anti-Estado” también es utopía peligrosa.

II. El estatismo (fascismo, peronismo, marxismo): la utopía del “Estado total”

1) Peronismo/Kirchnerismo (2003–2015; 2019–2023): expansión, controles y captura

Errores estructurales:

  • Inflación crónica culminando en 2023 (211,4% anual) pese a anclas y controles de precios. El control administrativo no reemplaza la disciplina fiscal-monetaria. LA NACION

  • Subsidios desbordados y atraso tarifario: 2022 cerró con 2% del PIB en energía, 82% del déficit primario. Regresivos y fiscalmente inviables. CIPPEC+1

  • Deterioro institucional: judicialización, discrecionalidad y corrupción sistémica (caso Vialidad: confirmaciones judiciales de decomisos millonarios vinculados a obra pública en Santa Cruz). infobae

Daño observable (legado 2019–2023):

  • Inflación récord trianual, atraso de tarifas y controles que asfixiaron la inversión y deterioraron los servicios (energía, transporte, agua).

  • Pobreza elevada y persistente (picos >50% en 2024/I por salto de precios tras devaluación y arrastre anterior, luego descenso con la desinflación); núcleo de niñez especialmente afectado.

Conclusión parcial: el estatismo promete igualdad y bienestar, pero termina con déficit, inflación, subsidios regresivos y corrupción, recreando la “distopía del buen lugar” que advierte Sargent.


2) Fascismo y marxismo: el extremo histórico del estatismo

  • Planificación total y autarquía: del Plan Cuatrienal nazi a la intervención en salarios y sindicatos; la centralización sirvió a la guerra y al control social, no a la prosperidad sostenible.

  • Crímenes de Estado: desde el programa T4 (asesinato por “improductividad”) hasta los gulags y hambrunas planificadas (Gran Salto Adelante: 23–45 millones de muertes estimadas según literatura).

  • Balance histórico: las contabilidades de víctimas del comunismo se miden en decenas de millones (debate metodológico incluido). Lección: cuando la utopía exige pureza total, la violencia se vuelve medio ordinario.

III. Cómo el utopismo explica los errores y daños 

Sargent y la tradición crítica (Popper, Dahrendorf) destacan cuatro “mecanismos de fracaso” comunes —presentes tanto en el mileísmo radical como en los estatismos kirchnerista/fascista/marxista—:

  1. Perfeccionismo institucionalIlusión de diseño perfecto.

    • Libertario: “reglas mínimas bastan; el resto lo hace el mercado”.

    • Estatista: “el Estado sabio asigna mejor que el mercado”.
      Daño: vacíos normativos (desregulación súbita) o cuellos de botella (controles), ambos destruyen señales de precios y paralizan inversión. 

  2. Congelamiento del cambioUtopías sin dinamismo.

    • Estatismos: controles y subsidios que congelan precios y estructuras, empobreciendo a largo plazo.

    • Mileísmo radical: desarme instantáneo que ignora costos de transición (coordinación, justicia, federalismo), generando anomiaAnulación del pluralismo“un modelo para todos”.

    • En estatismos: captura de organismos de control y corrupción sistémica (Vialidad).

    • En libertarianismo radical: desdén por la mediación política e institucional, dificultando coaliciones reformistas y gobernabilidad. 

  3. Coerción “por el bien”Violencia o daño social como costo moralmente aceptable.

    • Estatismos extremos: violencia directa (T4, gulag, hambrunas).

    • Ajustes sin red: shock que “acepta” altos costos sociales inmediatos como sacrificio inevitable (pobreza transitoria, caída del ingreso).

 

IV. Qué enseña Sargent para salir de la trampa (política pública no utópica)

  • Reformas graduales y secuenciadas: corrección de precios relativos con cronogramas y compensaciones focalizadas (subsidios a la demanda y no a la oferta).

  • Estado limitado pero capaz: justicia, competencia, defensa del consumidor, protección de propiedad y contratos; no “no-Estado”, no Estado-todo. 

    Utopismo

  • Reglas y contrapesos: limitar facultades extraordinarias y uso de DNU; fortalecer organismos técnicos y reguladores con accountability.

  • Métricas de éxito: inflación baja y sostenida sin licuación de ingresos, pobreza estructural en descenso (niñez), inversión privada difusa (pymes, no solo “RIGI”), y productividad total de factores en alza.

Conclusión

Sargent no pide renunciar a la esperanza sino a su versión mecanicista. En Argentina, estatismo y anti-estatismo maximalista han sido dos estilos distintos de utopismo que generaron daños previsibles: inflación y captura (estatismo), o anomia y costos sociales de transición (no-Estado). La alternativa liberal realista no ofrece paraísos: ofrece instituciones que funcionen —reglas claras, gradualidad, subsidios bien focalizados, apertura competitiva— y admite lo que todo utopismo niega: la sociedad cambia, las personas se equivocan y el poder se corrompe. Precisamente por eso, necesita límites.

Referencias (formato APA)

  • Fuentes conceptuales (texto adjunto)

    • Sargent, L. T. (2010). Utopismo: Una breve introducción [versión Kindle]. (Trads. y selecciones del autor). (Cita base del marco analítico).


  • Argentina – normativa y coyuntura

    • Boletín Oficial de la República Argentina. (2024, 8 de julio). Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos.

    • Presidencia de la Nación. (2023, 21 de diciembre). DNU 70/2023: Bases para la Reconstrucción de la Economía Argentina.

    • INDEC. (2024–2025). Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE); Índice de Precios al Consumidor (IPC); Índice de Salarios; Pobreza e indigencia (EPH).

    • CIPPEC. (2023). Redefinición de tarifas y subsidios para un sector energético sostenible. (Doc. de política pública).

    • Chequeado. (2025). El PBI cayó 0,1% en el segundo trimestre de 2025…; Qué es la Ley Bases.

    • Infobae. (2025). Casación confirmó decomisos en “Vialidad”; Aumentos de tarifas 2024–25.

    • Reuters. (2025). IPC 2,4% mensual (febrero); Presupuesto 2026: metas fiscales.

    • El País. (2025). Pobreza 38,1% con desinflación; (2024) pobreza >50% (UCA).

    • La Nación. (2024). Inflación 2023: 211,4% anual; 25,5% mensual en diciembre.

  • Fascismo y marxismo – antecedentes históricos

    • Britannica. (s. f.). T4 Program; Nazism.

    • Overy, R., y otros (cit. en síntesis). Four-Year Plan (1936).

    • Smil, V. (1999). China’s Great Famine: 40 years later. BMJ.

    • Dikötter, F. (2010). Mao’s Great Famine (reseñas y síntesis periodísticas).

    • Courtois, S. (Ed.). (1997). The Black Book of Communism (debate y estimaciones).


Nota metodológica

  • Para Sargent y el marco conceptual se cita el texto adjunto (archivo del usuario).

    Utopismo

  • Para datos recientes (inflación, pobreza, actividad, normativa) se usan fuentes primarias (INDEC, Boletín Oficial) y segundas de alta reputación (Reuters, La Nación, Chequeado, El País), con fechas explícitas dadas las variaciones 2024–2025.