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Thursday, May 15, 2025

Tio Patilludo en la Casa Blanca

En las profundidades del universo Disney, Tío Patilludo (Scrooge McDuck) chapotea felizmente en su piscina de monedas de oro, contando obsesivamente cada centavo mientras sermonea a sus sobrinos sobre la virtud del trabajo y el ahorro. En el universo político estadounidense, Donald Trump proclamaba día tras día desde la Casa Blanca el tamaño de su fortuna como prueba suprema de su idoneidad para gobernar. Ambos personajes —uno ficticio, otro demasiado real— representan versiones caricaturescas pero reveladoras del capitalismo en su forma más narcisista y materialista.

De la piscina de oro a la torre dorada

Scrooge McDuck vive en un colosal depósito de oro. Donald Trump, por su parte, construyó su imperio mediático y político sobre la ostentación dorada: desde el inconfundible mármol y oro de la Trump Tower hasta los asientos bañados en oro de su jet privado. La relación no es metafórica: como en Disney, el dorado no es símbolo de riqueza, sino su esencia estética.

Ambos ven la riqueza no solo como medio, sino como medida única del valor personal. Scrooge se sumerge literalmente en ella; Trump se sumerge en conferencias de prensa donde presume su patrimonio. El personaje animado cuenta monedas; el expresidente cuenta millones en entrevistas con Forbes. Y cuando no alcanzan las cifras, ambos las inflan con entusiasmo: uno en ficción, el otro en sus declaraciones de impuestos.


Negocios de fantasía (cripto) y la Casa Blanca como startup

Durante su presidencia, Trump no sólo gobernó; incubó proyectos personales con la soltura de un CEO. Tres operaciones destacan por su singularidad y aroma a “criptoverso” político:

  1. El Trump Hotel D.C. como embajada paralela: Ubicado a metros de la Casa Blanca, funcionó como sede no oficial del poder. Según The New York Times, recaudó decenas de millones en alquileres, eventos y habitaciones reservadas por lobbies y gobiernos extranjeros (Lipton & Fandos, 2018).

  2. La "marca Trump" como moneda: En vez de emitir una criptomoneda, Trump monetizó su imagen con licencias y productos, incluso en sectores estratégicos (moda, bienes raíces, vinos, universidades fantasmas). Según Forbes (2021), su valor de marca superó los mil millones de dólares en su primer año de mandato.

  3. El retorno vía NFTs y redes sociales: Post-presidencia, Trump lanzó una colección de NFTs con su figura heroica —literalmente como superhéroe, cowboy o astronauta— que recaudó más de $4.5 millones en pocos días (CNBC, 2022). A esto sumó el emprendimiento de su red Truth Social, financiada por SPACs y valorada, en un punto, en más de $9.000 millones sin ingresos concretos (Bloomberg, 2024).

Un Boeing por tu voto

En 2017, mientras Qatar sufría un embargo regional, ofreció a Jared Kushner un préstamo y, presuntamente, un Boeing 747 personalizado como regalo diplomático a la familia presidencial (Vanity Fair, 2019). ¿Recuerda el Ferrari rojo que Carlos Menem lucía en Anillaco? ¿O la promesa de Javier Milei de lanzar una “libra argentina” cripto respaldada en… ¿fe? Comparadas con los regalos recibidos por Trump, parecen juguetes de kiosco.

Trump convirtió la presidencia en el IPO más exitoso de la historia: en sus primeros tres meses en la Casa Blanca, su red de hoteles y negocios familiares recibió más de $15 millones en pagos de clientes con intereses en decisiones gubernamentales (CREW Report, 2017). El equivalente a la montaña de oro de Patilludo, pero en depósitos bancarios y balances fiscales.

Epílogo desde el año 1972


En la escena final de
Todos los hombres del presidente (1976), mientras Richard Nixon celebra eufórico su reelección con una mayoría aplastante, los periodistas Woodward y Bernstein siguen tipeando los documentos que sellarán su caída dos años después.

La historia se repite como farsa, decía Marx. Pero en esta ocasión se repite como dibujo animado. Si Disney revive al Tío Patilludo en una serie con aspiraciones presidenciales, tal vez debamos preguntarnos: ¿nos gobiernan aún los humanos, o personajes de caricatura dorada?


Fuentes:

  • Lipton, E., & Fandos, N. (2018). Foreign Payments to Trump Hotels Violated Constitution, Suit Says. The New York Times.

  • Forbes Staff. (2021). Donald Trump's Net Worth And Business Empire After The Presidency. Forbes.

  • CNBC (2022). Trump’s NFT sales show loyalty market for digital collectibles.

  • CREW (2017). Presidency for Profit: Trump’s First 100 Days. Citizens for Responsibility and Ethics in Washington.

  • Vanity Fair (2019). Kushner, Qatar, and the 747: A Saga of Influence and Airplanes.

  • Bloomberg (2024). Truth Social Valuation and SPAC Speculation.


¿Quién necesita ética cuando se tiene una torre dorada, una piscina de monedas o un NFT heroico con capa?

Racismo Woke en Accion : De Haití y Zimbabue a Sudáfrica


En una era en la que el “wokismo” —esa combinación de resentimiento histórico, identitarismo racial y rechazo a los valores liberales clásicos— se presenta como la nueva brújula moral, conviene observar a aquellos países donde esta ideología dejó de ser un discurso universitario para convertirse en política de Estado. Haití, Zimbabue y Sudáfrica nos ofrecen un espejo distorsionado pero nítido del precio que se paga cuando el poder se ejerce con base en la raza y el resentimiento en lugar de la ley, la propiedad y la meritocracia.


Haití vs. República Dominicana: dos mitades, dos destinos

Pocas comparaciones son más elocuentes que la de Haití y la República Dominicana. Ambas comparten la misma isla, clima similar y recursos comparables. Pero mientras República Dominicana ha logrado un crecimiento sostenido del PIB per cápita (superior a 9.000 USD en 2023, según el Banco Mundial), Haití se encuentra estancado en la miseria con menos de 1.300 USD per cápita y un Estado fallido.

La revolución haitiana (1791–1804) fue, sin duda, un hito histórico al abolir la esclavitud. Pero lo que siguió fue una política sistemática de exterminio contra los blancos y mulatos, el rechazo a la propiedad privada y al comercio internacional. Haití, en nombre de la "pureza racial", eliminó su clase productiva y su infraestructura institucional, hundiéndose desde entonces en la autarquía y el autoritarismo.

Fuente: Dubois, L. (2012). Haiti: The Aftershocks of History. Metropolitan Books.

Mientras tanto, la República Dominicana adoptó —con dificultades— instituciones más cercanas al modelo occidental, promoviendo inversiones, propiedad privada y un grado de pluralismo. La diferencia no es geográfica: es institucional y cultural.


Zimbabue: De granero de África a desierto político

Zimbabue fue alguna vez el "granero de África". En los años 80, tras la independencia del dominio británico, el gobierno de Robert Mugabe —erigido en mártir de la justicia racial— emprendió una campaña de confiscación de tierras de granjeros blancos. Más de 4.000 propiedades productivas fueron expropiadas entre 2000 y 2002 bajo el lema de "reparación histórica".

¿El resultado? Una catástrofe humanitaria. La producción agrícola cayó un 70%, la inflación superó el 231.000.000% en 2008 (Hanke & Kwok, 2009) y el país colapsó. El reemplazo de técnicos agrícolas, ingenieros y administradores por "veteranos de guerra" sin experiencia fue presentado como justicia, pero se tradujo en hambre.

Fuente: Hanke, S., & Kwok, A. (2009). On the Measurement of Zimbabwe's Hyperinflation. Cato Journal, 29(2), 353–364.


Sudáfrica: del milagro al desencanto

Sudáfrica fue celebrada como ejemplo de reconciliación al fin del apartheid en 1994. Pero a partir de 2010, el discurso del “Black Economic Empowerment” (BEE) mutó de una política de inclusión a un sistema de cuotas raciales que premia la afiliación étnica sobre la competencia. Empresas deben cumplir con criterios de “transformación” racial, y la administración pública ha sido colonizada por una burocracia ineficiente seleccionada por color antes que por mérito.

El resultado: desempleo juvenil de más del 60% (StatSA, 2023), cortes de electricidad diarios (Eskom colapsa), y un aumento exponencial del crimen. La meritocracia ha sido reemplazada por el clientelismo racial. La corrupción se blinda con retórica anticolonial. El resentimiento racial reemplazó al Estado de Derecho.

Fuente: South African Statistics Agency. (2023). Quarterly Labour Force Survey.


La trampa del “woke” en el poder

El denominador común de estos casos es el reemplazo de la lógica institucional y productiva por una narrativa emocional y racializada. En vez de construir ciudadanía, se crea un sistema de castas invertido: la raza, no la ley, determina el acceso al poder, a la riqueza y a la justicia. Se institucionaliza la venganza, no la reconciliación.

Y, como muestra Zimbabue, no basta con expulsar a los blancos: la tierra no produce por sí sola. Como en Haití, no basta con destruir al “otro”: sin instituciones inclusivas, no hay desarrollo. Como en Sudáfrica, no basta con repartir poder simbólico si no se acompaña con una cultura de responsabilidad, trabajo y excelencia.


Conclusión: la justicia no se mide en tonos de piel

Mientras la ideología “woke” busca aplicar categorías raciales a toda experiencia humana, la historia demuestra que los países que abrazaron el identitarismo como política de Estado —aunque bajo el ropaje de justicia histórica— cosecharon pobreza, violencia y colapso.

No se trata de negar las injusticias del pasado, sino de elegir el mejor camino para superarlas. El liberalismo —con su defensa de la igualdad ante la ley, el mérito y la propiedad— ha probado ser más eficaz que cualquier ingeniería social racialista. La justicia no se logra invirtiendo la opresión, sino eliminándola.


Referencias

  • Dubois, L. (2012). Haiti: The Aftershocks of History. Metropolitan Books.

  • Hanke, S., & Kwok, A. (2009). On the Measurement of Zimbabwe's Hyperinflation. Cato Journal, 29(2), 353–364.

  • World Bank. (2023). GDP per capita (current US$). [https://data.worldbank.org]

  • Statistics South Africa. (2023). Quarterly Labour Force Survey.

  • Mbeki, M. (2009). Architects of Poverty: Why African Capitalism Needs Changing. Picador Africa.

  • Easterly, W. (2006). The White Man’s Burden. Penguin Press.

  • Acemoglu, D., & Robinson, J. (2012). Why Nations Fail. Crown Publishing.


¿El futuro de África y el Caribe debe construirse mirando hacia adelante o revolcándose en agravios? Si el “woke” se impone, los resultados ya están escritos. Basta con leer la historia.