En su libro Trans:
Where Ideology Meets Realit y, la escritora de The Economist, Helen Joyce, presenta un estudio
convincente de lo que hay detrás del movimiento "no binario".
Joyce sostiene que si bien el sexo es una
realidad biológica y el género una convención social, utilizar la cirugía para
cambiar el primero en nombre del segundo no es "liberador" sino que
restringe las opciones futuras. Joyce estudió qué hay detrás de los
tratamientos hormonales y la cirugía extrema de "reasignación de
sexo" -especialmente en niños-.
En lugar de centrarse en la discusión
falsa "no binaria" versus "binaria" -la sexualidad tiene un
espectro que determina que ninguna persona es 100% hombre o mujer y el
travestismo y el sexo y las relaciones homosexuales siempre han sido parte de
la sexualidad normal-, Joyce se centra en lo que ella llama
"transactivismo" y los intereses especiales detrás de su agenda. Ella
explica:
"Es una historia de captura institucional y de políticas; de fundaciones caritativas controladas por multimillonarios que unen fuerzas con grupos activistas para inyectar dinero en el cabildeo entre bastidores para un cambio legal. Se han ganado a los grandes partidos políticos, especialmente a los demócratas de Estados Unidos, y a las grandes empresas, incluidos los gigantes tecnológicos.
También están respaldados por académicos en estudios de género, teoría queer y campos afines, y por las industrias farmacéutica y de atención de la salud, que se han dado cuenta de las fortunas que se pueden hacer con la medicina 'afirmativa de género'.
Este nuevo y poderoso lobby supera con creces a las personas trans por las que dice hablar.
Y sirve muy mal a sus intereses. Su enfoque ideológico significa que busca silenciar a cualquiera que no apoye la autoidentificación de género, lo que incluye a muchos transexuales posoperatorios, que no se hacen ilusiones sobre cuánto importan los cuerpos.
También ignora otras posibles soluciones a los problemas que enfrentan las personas trans: la investigación sobre las causas y el tratamiento de la disforia de género, por ejemplo, o la adición de instalaciones unisex junto con las de un solo sexo. Es probable que su extralimitación provoque una reacción violenta que dañará a las personas trans comunes y corrientes, que simplemente quieren seguridad y aceptación social.
Cuando el público en general finalmente se dé cuenta de lo que se está exigiendo, es posible que la culpa no recaiga sobre los activistas, donde pertenece ".
Joyce explora las fuerzas detrás de "transactivismo" y los peligros para los menores y sus padres de sus agendas politicas y aclara varios conceptos que se centran en las consecuencias:
"Este es un libro sobre una idea, una que parece simple pero tiene consecuencias de gran alcance.
La idea es que las personas deben contar como hombres o mujeres según cómo se sienten y lo que declaran, en lugar de su biología. Se llama autoidentificación de género y es el principio central de un sistema de creencias de rápido desarrollo que considera que todos poseen una identidad de género que puede coincidir o no con el cuerpo en el que se aloja.
Cuando hay un desajuste, la persona es 'transgénero', trans para abreviar, y es la identidad, no el cuerpo, lo que debe determinar cómo los demás los ven y los tratan. Los orígenes de este sistema de creencias se remontan a casi un siglo, cuando los médicos buscaron por primera vez dar forma física a los anhelos de un puñado de personas que deseaban cambiar de sexo.
Durante décadas, estos 'transexuales' eran pocos y distantes entre sí, la preocupación de un puñado de médicos inconformistas, que proporcionarían hormonas y cirugías para remodelar los cuerpos de sus pacientes para que coincidieran con sus deseos lo más fielmente posible. Los burócratas y los gobiernos los trataron como excepciones, para ser acomodados en la sociedad con diversos grados de competencia y compasión. Pero desde el cambio de siglo, la excepción se ha convertido en la regla. Las leyes nacionales, las políticas de la empresa, los planes de estudio escolares, los protocolos médicos, la investigación académica y las guías de estilo de los medios de comunicación se están reescribiendo para privilegiar la identidad de género autodeclarada sobre el sexo biológico.
A grandes rasgos, el sexo es una categoría biológica y el género una categoría histórica; el sexo es la razón por la que las mujeres son oprimidas y el género es la forma en que las mujeres son oprimidas.
En la versión simplista del nuevo credo que se ha endurecido en la ortodoxia de la justicia social, el género ya ni siquiera es algo que se realiza. Es innato e inefable: algo así como un alma sexuada.
Lo que se exige ya no es flexibilidad, sino una redefinición de lo que significa para cualquier persona ser hombre o mujer: una reescritura total de las reglas sociales.
La sociedad liberal y secular puede acomodar muchos sistemas de creencias subjetivos, incluso los que se contraponen entre sí. Lo que nunca debe hacer es imponer las creencias de un grupo a todos los demás.
La autoidentificación de género, sin embargo, es una demanda de validación por parte de otros. La etiqueta es un nombre inapropiado. En realidad, se trata de exigir a los demás que te identifiquen como miembro del sexo que proclamas. Dado que la evolución ha equipado a los humanos con la capacidad de reconocer el sexo de otras personas, casi instantáneamente y con una precisión exquisita, muy pocas personas trans 'pasan' por el sexo que desean. Y por lo que verlos como que el sexo, todos los demás necesidad de descuento lo que sus sentidos les están diciendo ".
Joyce explora y predice varias reacciones
que el transactivismo ya está generando en diferentes áreas como:
Deportes
"Todo su propósito es permitir una competencia justa, ya que las diferencias físicas entre los sexos dan a los machos una ventaja atlética abrumadora, y competir por separado es la única forma en que las hembras excepcionales pueden obtener lo que les corresponde.
Permitir que los hombres se identifiquen como mujeres con el propósito de ingresar a las competiciones femeninas no tiene más sentido que permitir que los pesos pesados boxeen como pesos mosca, o que los atletas sin discapacidades ingresen a los Juegos Paralímpicos, o que los adultos compitan como menores de 18 años. Y, sin embargo, bajo la presión de transactivistas, casi todas las autoridades deportivas, hasta el Comité Olímpico Internacional, se han movido hacia la autoidentificación de género. La visión de hombres más fuertes, más pesados y más rápidos derrotando fácilmente a las mejores atletas femeninas del mundo seguramente enfurecerá las intuiciones profundamente arraigadas sobre el juego limpio, una vez que se dé a conocer más ampliamente. "
Cirugía de género pediátrica
"Hasta hace poco, casi ningún niño se presentaba en clínicas de género, pero en la última década el número se ha disparado. Cada uno de la docena de estudios de niños con disforia de género (malestar y sufrimiento causado por el sexo biológico de uno) ha encontrado que la mayoría crece siempre y cuando se les apoye en su disconformidad de género y no se les anime en una identificación de sexo cruzado. Muchos de estos 'desisters' están destinados a crecer homosexuales: existe abundante evidencia de un fuerte vínculo entre el género temprano inconformidad y homosexualidad adulta.
Pero a medida que las clínicas de género han caído bajo la influencia de los activistas, el tratamiento que ofrecen ha tomado un giro ideológico. En lugar de aconsejar a los padres que observen y esperen con simpatía y amabilidad, ahora trabajan con la suposición de que la disforia de género infantil destina a alguien a la edad adulta trans. Recomiendan una "transición social" inmediata - un cambio de nombre, pronombres y presentación - seguida sucesivamente de medicamentos para bloquear la pubertad, hormonas de sexo cruzado y cirugía, a menudo mientras el paciente todavía está en la adolescencia. Esta vía de tratamiento es una vía rápida hacia la disfunción sexual y la esterilidad en la edad adulta ".
El libro también cubre el impacto negativo
que esta agenda tiene sobre los derechos de las mujeres y la aceptación
cultural de alternativas como la bisexualidad y la homosexualidad no solo como
opciones para toda la vida, sino también personales, privadas y cambiantes.
Las sociedades antiguas como la Grecia
clásica ya habían logrado un mejor equilibrio, como puede comprobar cualquier
lector de Platón. Pero Platón y los Grandes Libros están temporalmente
(esperamos) pasados de moda, por
lo que el libro
de Joyce es una
alternativa muy útil para distinguir entre razón y sinsentido.
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