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Tuesday, November 26, 2013

Argentina: esperando el tarifazo que viene



Como aquellos eternos capítulos de Los Tres Chiflados de 1939 que se repiten en la televisión desde hace 70 años, los tarifazos con los que cierran los modelos populistas vuelven a cernirse sobre los atribulados habitantes de las incorregibles Venezuela y Argentina que los votaron y reeligieron.

Los argentinos han bautizado con el nombre de un ministro peronista -Celestino Rodrigo- sus salidas sismicas de los desbarajustes y vivalapepas tarifarios: el rodrigazo.

Los canarios en la mina ya están con las patitas para arriba: el café -indicador del valor real del dólar- está rumbo a los 20 pesos, la nafta ha subido a 10 mientras los costos reales tienen un piso de 20 y la inflación calculada a comienzos del año en 30 % amenaza con dispararse hacia las estratósferas que alcanzara en 1975 y 1989, por las mismas razones.

El rodrigazo de 1975 fue la culminación de 2 años de "inflación cero" proclamada e impuesta por decreto de control de precios por el ministro Gelbard. En el lapso de una semana, los precios se ajustaron salvajemente, acabando con los peces de colores de "menúes turísticos", "boletos minimos" y aumentos salariales primero, y con el gobierno de la incompetente Isabel Perón en pocos meses más.

Ahora el hombre que debe administrar las malas noticias es el ex menemista, ex duhaldista y ahora kirchnerista Capitanich, quien ya ha comenzado con las contorsiones retóricas y las convocatorias a diálogos con la oposición y paritarias con los sindicatos para abolir las leyes economicas con las mismas posibilidades de hacerlo con la de gravedad.

Mientras tanto, los descerebrados y oportunistas votantes que reeligieron el "modelo" kirchnerista del mismo modo y en la misma proporción con el que lo hicieron con la convertibilidad menemista (mantenida por la Alianza opositora por dos años adicionales que la hicieron estallar como una bomba de hidrógeno) se abalanzan sobre los dólares, los viajes de vacaciones y los autos baratos como únicas vías de salvar algún tipo de patrimonio vendible o al menos llevarse puesta una última comilona antes de la inminente hambruna.

Cuando les toquen el único órgano sensato que les queda, sus amados bolsillos, se repetirán las escenas de 1975 -la clásica pataleta callejera con la que cierran las "décadas ganadas" por el populismo.



Como suele suceder en estos casos, tras los votos oportunistas vendrán los botes salvavidas agujereados.

Hasta que los argentinos y venezolanos aprendan a votar por sistemas sensatos como lo hicieron casi todos sus vecinos.

Se viene la Tsunami, una vez más, por las mismas causas.



El economista Cachanovsky explica la repeticion del "rodrigazo"

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