La calificación de “genocidio” ha perdido
seriedad y -lo que es mas grave- ha sido supeditada a cuestiones ideológicas y políticas
antes que a los hechos y la definición. Mientras Sudafrica (con un record histórico
que obliga a pensar en ironia) acusa a Israel de “genocidio” por los muertos en
Gaza (sin optar por incluir a Hamas en el banquillo de los acusados a pesar de
que las balas y explosivos no llevan identificación y matan a los que están en
el medio de dos bandos armados) y los estudiantes de las universidades
occidentales debaten acaloradamente comparaciones entre judíos y nazis, Ucrania
y dos genocidios africanos con décadas de curso permanecen en la oscuridad de
los filtros del sesgo ideológico o político.
Hablemos
de Sudan
La Guerra Civil en Sudán ha presentado
características alarmantes y devastadoras, con reportes indicando una serie de
violaciones graves a los derechos humanos que reflejan los criterios de
genocidio según las definiciones de las Naciones Unidas:
- Número
de Víctimas Mortales y Desplazados:
- Hasta
mediados de diciembre, más de 6.7 millones de personas habían sido
desplazadas por el conflicto tanto dentro de Sudán como hacia países
vecinos (OHCHR).
- En
Darfur, las fuerzas de las RSF y milicias aliadas han matado a miles de
personas en ataques étnicamente motivados, con incidentes como el
asesinato masivo en la ciudad de El Geneina, donde al menos 87 cuerpos
fueron enterrados en una fosa común (OHCHR).
- Violencia
Sexual y Trata de Personas:
- Se
han reportado numerosos casos de violencia sexual, donde mujeres y niñas,
algunas de tan solo 12 años, han sido sujetas a violaciones y esclavitud
sexual por miembros de las RSF y milicias aliadas (Amnesty
International).
- Estos
actos de violencia sexual han sido utilizados sistemáticamente como arma
de guerra contra las comunidades en conflicto (UN News).
- Ejecuciones y Ataques Indiscriminados:
- Testimonios
de víctimas indican ataques deliberados contra civiles, incluyendo
ejecuciones masivas en lugares como iglesias y centros médicos, como el
ataque al complejo de la Iglesia Copta de San Jorge en Jartum, donde
cinco clérigos fueron asesinados (Amnesty
International).
- También
se ha documentado el uso de ataques indiscriminados en áreas pobladas,
incluyendo bombardeos aéreos y artillería que han causado múltiples
víctimas civiles (Amnesty
International).
- Respuesta
Internacional y Cobertura Mediática:
- A
pesar de la gravedad de la situación, la cobertura mediática y la
respuesta de la comunidad internacional han sido limitadas. Este trato
desigual puede ser atribuido a la politización de las organizaciones
internacionales y los sesgos ideológicos de las burocracias
internacionales. Este fenómeno es más notorio considerando que de las 190
naciones miembro de la ONU, solo 26 son democracias liberales que cumplen
completamente con los principios del charter de la ONU y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 (UN News).
Estos detalles no solo destacan la severidad de
la crisis humanitaria en Sudán, sino también la necesidad de un enfoque más
equitativo y comprometido de la comunidad internacional para abordar y resolver
conflictos que afectan gravemente a los derechos humanos y la dignidad humana
en todas las regiones del mundo.
El Caso del Congo
El conflicto en la República Democrática del
Congo (RDC) ha sido prolongado y extremadamente violento, con características
que reflejan los criterios de genocidio según las definiciones de las Naciones
Unidas:
- Duración
y Naturaleza del Conflicto: El conflicto en la RDC ha estado en curso desde finales de la
década de 1990, exacerbado por la riqueza mineral del país y las
intervenciones de fuerzas extranjeras y grupos rebeldes. El enfrentamiento
ha causado millones de muertes, con estimaciones que alcanzan más de tres
millones de personas para el año 2004, en el contexto de la Segunda Guerra
del Congo (Council
on Foreign Relations).
- Rol
de los 'Warlords' y la Violencia: Diversos grupos armados han jugado roles
significativos en el conflicto, incluyendo el M23 y otros grupos
respaldados por naciones vecinas como Ruanda y Uganda. Estos grupos han
estado involucrados en masacres, violencia sexual, reclutamiento de niños y
saqueos (Human
Rights Watch).
- Víctimas
Fatales y Violaciones a los Derechos Humanos: En la provincia de Ituri, se
documentaron al menos 1,211 civiles asesinados entre enero y octubre,
incluyendo al menos 80 por las fuerzas de seguridad del estado. El
conflicto también ha desplazado a cerca de 7 millones de personas dentro
del país, siendo uno de los números más altos de desplazados internos en
África (Human
Rights Watch) (Amnesty
International).
- Violencia
Sexual y Esclavitud: La violencia sexual ha sido prevalente y ha alcanzado niveles
alarmantes, particularmente en áreas afectadas por el desplazamiento. Más
de 38,000 casos de violencia sexual fueron reportados en la provincia de
Nord-Kivu en el primer trimestre de 2023, un aumento del 37% en
comparación con el mismo período del año anterior (Amnesty
International).
- Respuesta
Internacional y Desigualdad en la Cobertura Mediática: A pesar de la gravedad y
duración del conflicto, la respuesta internacional y la cobertura
mediática han sido inconsistentes. Esto refleja una posible politización
de las organizaciones internacionales y un sesgo ideológico que afecta la
visibilidad de ciertos conflictos. A pesar de ser uno de los conflictos
más mortales y prolongados del mundo, la atención internacional ha sido a
menudo eclipsada por otras crisis globales. Esta situación destaca la
influencia de intereses geopolíticos y económicos, especialmente
relacionados con los ricos recursos minerales del Congo, en la forma en
que se percibe y responde a los conflictos globales.
Este panorama subraya no solo la severidad de
la crisis humanitaria y los derechos humanos en la RDC, sino también la
complejidad de la respuesta internacional, necesitando un enfoque más justo y
efectivo para abordar estos desafíos significativos.
En ambos conflictos, tanto en Sudán como en la
República Democrática del Congo (RDC), los 'warlords' y los grupos armados han
utilizado los recursos naturales como una fuente crucial de financiamiento para
sus operaciones militares y para llevar a cabo masacres. Estos motivos
económicos son fundamentales y han sido una de las principales motivaciones
detrás de la violencia extrema y la persistencia del conflicto.
Sudán
En Sudán, la lucha ha sido impulsada en gran
parte por el control de recursos naturales estratégicos, como el oro y el
petróleo. La región de Darfur, en particular, es rica en estos recursos, y los
grupos armados, incluidos los de la RSF, se han involucrado en una serie de
actividades ilegales, como la minería ilícita y el contrabando, para financiar
sus operaciones (Amnesty
International). Estos recursos permiten a los
warlords y a los militares financiar sus campañas de violencia, pagar a sus
milicianos y comprar armamento, perpetuando así el ciclo de violencia y
conflicto. La explotación ilegal de estos recursos también ha llevado a desplazamientos
forzados y a la destrucción de comunidades, exacerbando la crisis humanitaria.
República Democrática del Congo
En la RDC, la situación es similar, con los
grupos armados aprovechando la riqueza mineral del país, incluyendo coltán,
estaño, tungsteno y oro. Estos minerales son esenciales para la industria
tecnológica global, y su demanda ha impulsado una minería ilegal desenfrenada.
Los grupos armados, incluidos los rebeldes de M23 y otras milicias, controlan
minas y rutas de contrabando, utilizando los ingresos para financiar sus
actividades militares y violentas (Human Rights
Watch). La explotación de estos recursos
también alimenta redes de corrupción y violencia, donde los ingresos de la
minería ilegal se utilizan para comprar armas y sobornar a funcionarios,
manteniendo así el conflicto y la explotación de las poblaciones locales (Amnesty
International).
Impacto de los Recursos Naturales en la
Violencia
En ambos casos, la explotación de los recursos
naturales no solo ha financiado la guerra, sino que también ha facilitado una
serie de crímenes atroces, incluidos asesinatos masivos, violaciones y
desplazamientos forzados. La lucha por estos recursos ha llevado a un ciclo
continuo de violencia, con los grupos armados empleando tácticas de terror y
represión extrema para mantener el control de los territorios ricos en
minerales y petróleo.
Este enfoque en los recursos naturales como
medio de financiación de conflictos destaca la necesidad de una intervención
internacional más efectiva, que no solo aborde los aspectos humanitarios y de
derechos humanos, sino que también contemple estrategias de desincentivación y
regulación del comercio de recursos que alimentan estos conflictos. La
comunidad internacional debe trabajar para cerrar las rutas de contrabando y
apoyar iniciativas de paz y desarrollo que beneficien a las poblaciones
locales, reduciendo así la dependencia de los recursos naturales para la
financiación de la violencia.
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