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Saturday, April 4, 2009

Mitos convenientes: Menem y el "neoliberalismo"

Ahora que Alfonsín asciende a los cielos de la mitología argentina convertido en otro santo del revisionismo progresista, tal vez sea hora de preparar la próxima necrológica postpresidencial, habida cuenta del deterioro físico de Carlos Menem.

Pero en este caso, trataré de anticiparme a los que reescriben la historia, que han estado hiperactivos después de la salida de Menem endilgándole a su presidencia doble y reelegida por el 52 % de los votos (para no mencionar su victoria postrera sobre Kirchner en 2002) de 1989-1999 la causa de todos los males argentinos ocurridos en los 3 años de gobiernos "antimenemistas" (1999-2003) que lo sucedieron.

Los mismos métodos y argumentos falaces usados para negar a Sarmiento, Mitre, Avellaneda, Perón y Frondizi -esos que se atrevieron a cambiar el rumbo radicalmente y que por ende reinventaron el país- son usados ahora por los intelectuales neoprogresistas para denostar no ya a Menem en lo que se merece -el robo para la corona, el reparto de empresas privatizadas entre amigopolios, la mantención del cambio fijo a expensas de la exportación y en favor de la timba financiera- sino en lo que ha tenido de meritorio: su decisión de probar con la economía de mercado y de terminar con las devaluaciones como método para salir del paso castigando a los que viven de ingresos en moneda local.

Este último delito -como el de Sarmiento de educar a los votantes y pensar en un modelo democrático como el norteamericano de la expansión hacia el Oeste, el de Perón de implantar una red de seguridad social como la norteamericana del New Deal, o el de Frondizi de diferenciar el nacionalismo petrolero implantando acuerdos con empresas privadas como los que regían en Texas del nacionalismo patriotero de la patria SUPE- es objeto de descalificación con el mote "neoliberal", eufemismo con el que el pseudoprogresismo amanerado esconde su muy fuerte odio hacia el "capitalismo" y su intención de construír -viajando en el túnel del tiempo hacia 1973- una utópica "patria socialista".

Hagamos pues las cuentas verdaderas a cuenta de Menem, rescatando una parte de un artículo anterior que merece lectura separada:

En Argentina, los que devaluaron en 2002 los ingresos de prepo un 70 % y confiscaron ahorros depositados en dólares para devolverlos en pesos -Duhalde y su ministro Remes Lesnicov- no encontraron mejor argumento que acusar al gobierno de Menem -que dejó el poder a sus opositores 3 años antes, en 1999- por sus propios actos.
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El default declarado por el presidente semanal Saadi se convirtió en un motivo de orgullo nacionalista y a la vez (cumbre de la incongruencia lógica) una verguenza para el "neoliberal" Menem. . Los números sin embargo cuentan otra historia:
  1. Durante el período de convertibilidad 1989-1999, la pobreza cayó un 63% en el GBA contra un 51% en el período 2003-2006
  2. Las exportaciones durante la convertibilidad 89-99 aumentaron un 115% (de 12,000 a 25,000 millones de U$S) contra un 81 % durante el período 2002-2006. Y en el caso del período 89-99 no hubo milagro sojero ni de materias primas, sino de exportaciones industriales.
  3. El crecimiento anual medio de la economia (PBI) fue negativo en década de 1980-1989, con un -1,5% y fue de un total del 53% durante el período 89-99, con un récord de 4,6% anual promedio, contra un 19% para el quinquenio 2002-2007, con un promedio de sólo 2,9%
  4. La inversión extranjera directa (IED) en la década 1980-1989 fue de sólo 5,889 millones de dólares, de los cuales se remesó de vuelta a los países de origen el 24%, mientras que en la escarnecida y entreguista década 89-99 la IED aumentó a 67.625 millones de dólares, de los cuales los "vendepatrias" remesaron sólo el 15% a sus países de origen.
  5. La participación del salario en el PBI fue de 35% promedio para la década menemista de 89-99 contra 30,6% para el período 2003-2006 del kirchnerismo.
  6. La desigualdad social, medida por el índice GINI bajó durante el período 1989-1994, subió levemente tras el Tequila y se estabilizó en el segundo período de Menem para volver a subir con De la Rua, Duhalde y tras un año de mejora, volver a bajar con Kirchner. El índice de desigualdad social Gini fue más bajo con el neoliberal Menem (0,45) que con De la Rua (0,46) y Duhalde (0,47) para volver a subir con Kirchner (0,49). (Cualquiera que salga a recorrer las calles de la Argentina de 2009 encontrará este dato obvio, aunque lo niegue el Indice manipulado del intervenido INDEC).
  7. La mortalidad infantil y neonatal bajaron a niveles récord durante el período de los insensibles neoliberales menemistas para subir con sus patrióticos sucesores distribucionistas (De la Rua, Duhalde y Kirchner)
  8. El Indice de Desarrollo Humano (IDH) medido por el PNUD que era de 0,78 (máximo de 1) durante la década de 80-89, subió al 0,86 durante el período "neoliberal" menemista para caer después y volver al nivel menemista recién en 2004.
  9. La actividad industrial manufacturera tuvo una participación más alta durante el período del "neoliberalismo antiindustrialista" de Menem (24% PBI) que durante el período 2003-2006, donde bajó al 21%.
  10. El salario real medido en dólares o poder adquisitivo fue más alto durante los años del "pérfido menemato neoliberal" que durante el gobierno nacional y popular kirchnerista. Para comprar una vivienda en 1999 se precisaban 100 salarios mensuales medios y en 2006 hacían falta 166.Y podemos seguir, pero recomendamos leer los libros de la referencia a quienes quieran comparar la performance económica del "progresismo" con la del pérfido "neoliberalismo".
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Veamos un rápido resumen de los altos y bajos de Menem despojado de las distorsiones de sus sucesores de la franquicia post peronista:

Más allá de estas cifras reales, extraídas de la estadística nacional e internacional sin adulteraciones y que pueden ser chequeadas en las referencias que agrego al final, está la memoria de los que votaron dos veces por Menem porque les iba mucho mejor. Es difícil imaginar un país con 52 % de especuladores neoliberales.

Alguien cambió esos coches destruídos que reptaban desde los sesenta por modelos 90-99 que aún circulan por las calles y que en 1995, durante la crisis del tequila, sus dueños -ocupados y con ingresos dolarizados- hacían sonar sus bocinas protestando por una caída en el crecimiento económico que se recuperó al año siguiente que "amenazaba la convertibilidad".

Si Menem hubiese propuesto en 1995 la devaluación que Duhalde ejecutó en 2002, esa misma gente hubiese salido a la calle.

El "1 a 1" era garantía de precios, ahorros y salarios, y más del 80 % de los argentinos de 1999 lo consideraban indispensable. Los jubilados y los pobres, en primer lugar, por obvias razones. Con un país con moneda fuerte, todo el mundo podía pensar lo que le convenía.

Alguien viajó esos 250,000 estadías por año a Miami. Alguien obtuvo los 4 millones de líneas telefónicas y teléfonos celulares por primera vez en 30 años. Alguien comenzó a habituarse a viajar en trenes pintados y nuevos, micros nuevos cuya decadencia hoy provoca tumultos en las estaciones.

Alguien valorizó esas casas viejas al punto de poder reciclarlas en San Telmo o de transformar Palermo Viejo en Soho, Hollywood, Cañitas. Alguien edificó y transformó Puerto Madero de criadero de ratas en paraíso inmobiliario.

Nadie puede negar (nadie lo ha negado, que sepamos) que durante la década del 90 Menem desperdició una oportunidad única al mantener un esquema de cambio fijo más allá de lo razonable, hacer privatizaciones amigopólicas , alentar el "robo para la Corona" y dejar que las provincias tiraran manteca al techo con el gasto proselitista.

Sin embargo, basta leer estas afirmaciones para notar que si reemplazamos "Menem" con "Kichner" y "privatizar" con "estatizar" todo lo demás puede quedar igual. Con lo cual queda demostrado que el sistema económico que no funciona es el mismo: la chorrocracia.

El problema no es la "privatización" o la "estatización", sino la falta de competencia y cumplimiento de leyes y contratos en ambos casos. El problema no es el mercado libre o el Estado, sino los monopolios y los amigopolios que los cierran y cartelizan para los amigos diciendo "protegerlos".
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Y así sucesivamente, podemos notar que todos los errores que tan caros cuestan a los argentinos son errores elementales de economía: la única economía, ni "neoliberal" ni "desarrollista".
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En sus condiciones actuales, Argentina no puede ser ni capitalista ni socialdemocrática (que no se oponen, sino que se requieren mutuamente) porque no tiene mercado libre ni tiene estado eficiente.
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Con lo que ha tenido en los 21 años de franquicia post-peronista, solamente puede ser una chorrocracia.

Los argentinos deberán volver al modelo "neoliberal" donde lo dejaron y corregir sus defectos, o seguirán cavando un nuevo pozo para llegar a una reedición de 2001.

Como lo están haciendo ahora con el fortalecido FMI, tratando de conseguir el crédito internacional que Menem tenía y sus sucesores megadevaluadores liquidaron en el fácil, popular "pagadiós" que condenó a Argentina a una década sin crédito colgada de las exportaciones de soja y las expropiaciones de ahorros de sus ciudadanos.

El modelo económico "neoliberal" era progresista: con todos sus defectos de implementación, establecía bases para que la economía argentina crezca como la de España o Chile en lugar de hacerlo como Zimbabwe. Con el pérfido "neoliberalismo", los argentinos mejoraron su nivel de vida y comenzaron a estudiar carreras prácticas para un país donde las colas de los consulados extranjeros eran para viajar y volver, no para emigrar.

Si Menem hubiese tenido precios de soja como los actuales, aún estaría gobernando y -con el mismo maligno "modelo neoliberal"- Argentina habría duplicado su PBI por habitante actual.

El modelo económico "progresista" es conservador y reaccionario: Argentina ha vuelto a ser un país agroexportador arruinado como entre 1955 y 1989.

Más aún, ha incrementado su desigualdad social y ha condenado a sus ejércitos de pobres urbanos -la base peronista- a vivir optando entre la desocupación, el crimen y la mendicidad de los Planes No Trabajar (también creados por el menemismo).

Peor aún, el modelo económico "progresista" es insostenible por naturaleza, no por implementación, lo ha probado la Argentina post-peronista desde 1955 a 1989 con continuas devaluaciones y ataques postrantes de inflación como los que se trata de detener ahora antes de las elecciones mediante el uso de reservas monetarias y el fraude estadístico.

La Argentina volverá al 90 % de los principios económicos que la hicieron crecer entre 1989 y 1999 tarde o temprano. Las leyes económicas, como la de gravedad, no se cambian votando.

Cuando lo haga, si sale de la dirigencia delincuente que la esquilma y condena al fracaso cualquier bendición sojera o cambiaria, podrá volver a ser lo que debe ser: al menos, una España del cono sur.

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Referencias

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