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Monday, January 31, 2022

Lecturas Recomendadas 79: El poder de la destrucción creativa de Phillipe Aghion

 

En su reciente libro El Poder de la Destrucción Creativa ,el economista francés de la Universidad de Harvard Phillipe Aghion presenta muy bien fundamentados argumentos en favor de la "destrucción creativa" y su control por medio de mecanismos regulatorios y de mercado.

Aghion evita inteligentemente las deformaciones dicotómicas entre "capitalismo de mercado" o "capitalismo de estado" o "socialdemocracia".

Demuestra con datos estadísticos globales que la "destrucción creativa" de la que hablaba Schumpeter  crea 2 o 3 empleos nuevos por cada uno que destruye y que sin ella, el estancamiento economico y la pobreza sistémica de la era anterior a la Revolucion Industrial de 1720-1820- se vuelven inevitables. Como muchos otros economistas desde Paul Samuelson hasta Luigi Zingales y Acemoglu y Robinson, cita el caso de la Argentina como ejemplo.

Agrega además algunas de las condiciones criticas para que la destrucción creativa -la quiebra y reemplazo de empresas fallidas por otras que superan las fallas- sea exitosa:

  1. Regla de ley (respetada sobre todo por los gobiernos que las dictan)
  2. Riguroso respeto de la propiedad privada y garantías de pago de deudas y contratos
  3. Riguroso respeto de la propiedad intelectual y las patentes y derechos de autor
Citamos aquí algunos de los puntos clave y gráficos que pueden leerse mas en detalle en estas citas del libro que hemos traducido al castellano:
  • "587 regiones en diecisiete países europeos entre 2012 y 2016, muestra que el crecimiento anual promedio del PIB per cápita durante este período fue mayor en las regiones donde la destrucción creativa promedio fue mayor.
  • ¿Cuál es la relación entre la destrucción creativa medida por la creación y destrucción de puestos de trabajo o empresas y la destrucción creativa medida por el número de nuevas patentes? Encontramos una correlación positiva entre las dos medidas: en promedio, los condados estadounidenses con las tasas más altas de creación y destrucción de empleo también fueron los condados que produjeron la mayor cantidad de patentes nuevas entre 1985 y 2010.








  • Según las estimaciones del economista Angus Maddison de 2001, el PIB per cápita mundial fue el mismo en el año 1000 que en el año 1 EC. Este PIB mundial per cápita era sólo un 53 por ciento más alto en 1820 que en el año 1000, lo que corresponde a una tasa de crecimiento promedio de apenas 0,05 por año durante 820 años.  El despegue comenzó en 1820, primero en el Reino Unido, luego en Francia. El despegue en estos dos países fue de tal magnitud que la tasa de crecimiento anual promedio saltó de 0,05 antes de 1820 a 0,5 por ciento de 1820 a 1870. Y después de eso, el crecimiento global siguió acelerándose, alcanzando aproximadamente el 3 por ciento entre 1950 y 1973. 






















  • En 1890, Argentina disfrutaba de un PIB per cápita de aproximadamente el 40 por ciento del de Estados Unidos, lo que lo convertía en un país de ingresos medios. 

    Este nivel era tres veces el PIB per cápita de Brasil y Colombia, equivalente al de Japón y cercano al de Canadá. Era incluso un poco más alto que el PIB per cápita de Francia. Argentina mantuvo este nivel relativo durante la década de 1930: para ser precisos, la prueba de Chow (una prueba estadística) muestra una ruptura alrededor de 1938 (Figura 7.1), después de lo cual el PIB per cápita de Argentina disminuyó en relación con el PIB per cápita estadounidense.


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  • ¿Qué explica esta caída? 

    El crecimiento de Argentina provino principalmente del desarrollo de la agricultura a gran escala, que requirió la importación de maquinaria y capital extranjero para financiar la infraestructura necesaria.

    Lamentablemente, esta especialización orientada a la producción y exportación de productos agrícolas hizo que la economía argentina fuera vulnerable a cualquier fluctuación en la demanda mundial de estos productos. Así, la Gran Depresión coincidió con el comienzo del declive argentino. 

    Para conjurar este declive, Argentina debió haber diversificado su producción, industrializado en mayor medida e invertido en innovación. 

    En cambio, se retiró dentro de sus fronteras y adoptó una política de sustitución de importaciones en lugar de desarrollar exportaciones y enfrentarse a la competencia internacional. 

    En una palabra, Argentina no logró adecuar sus instituciones para pasar de una economía agrícola basada en la acumulación a una economía industrial basada en la innovación. 

    Argentina no es el único país que quedó atrapado a mitad de camino: otros países vieron despegar el crecimiento con la promesa de converger al nivel de vida de las naciones más ricas, solo para estancarse en el camino. Estos países se mantuvieron como países de renta media, sin lograr entrar en el grupo de países con economías avanzadas, dando lugar así a la expresión “trampa de la renta media”. "

Aghion explica además que para crecer hay que reemplazar la "seguridad laboral" -que ata a empleos obsoletos y obliga a quebrar empresas o mantener mas y mas población económicamente activa en permanente falso empleo dependiendo de subsidios u "planes sociales" por lo que llama "flexicuridad" o "empleabilidad" usado con éxito por paises exitosos de la Union Europea como Dinamarca, Finlandia y Suecia.

No hay futuro sin capitalismo ni destrucción creativa, concluye Aghion, pero los dos modelos de capitalismo -el mas "despiadado" de Estados Unidos -que tiene un deficit de red social de apoyo, especialmente en salud ahora parcialmente mejorado por Obamacare- y el mas "benigno" de Europa -que tiene un deficit de innovación y creación de empleo- pueden converger y de hecho lo han hecho en los últimos 50 años.

Volvemos a citar a Aghion:

La idea detrás de este sistema era precisamente introducir una mayor flexibilidad en el mercado laboral para fomentar la innovación y la destrucción creativa mientras se protegían los ingresos de los trabajadores despedidos y se les permitía reciclarse y moverse más fácilmente a un nuevo trabajo. 

Esta reforma impulsó la innovación en Dinamarca, pero no comprometió el modelo social danés: hasta el día de hoy, Dinamarca sigue teniendo las tasas de desigualdad y pobreza más bajas de cualquier nación del mundo. 

En general, Dinamarca y Suecia emprendieron reformas que estimularon la innovación y al mismo tiempo preservaron los elementos esenciales preexistentes del estado de bienestar.  

Estos éxitos dan esperanza a la tesis “ambos/y” de una posible síntesis que combina los aspectos positivos de los dos tipos de capitalismo. 

Estados Unidos introdujo reformas destinadas a hacer que el capitalismo sea más protector, en particular la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud a Bajo Precio, conocida como Obamacare. 

Esta ley tenía la intención de hacer que la atención médica fuera accesible para más estadounidenses. Una de sus principales disposiciones era prohibir a las compañías de seguros negarse a asegurar a personas con condiciones preexistentes o cobrarles primas más altas. 

A pesar de la vehemente oposición, la ley se adoptó a fines de 2013 y, para 2016, el número de estadounidenses sin seguro ya se había reducido a la mitad. 

en los países desarrollados, el capitalismo se ha vuelto más protector e inclusivo con el tiempo, gracias sobre todo a las luchas lideradas por la sociedad civil (sindicatos, partidos progresistas y medios de comunicación).

La intervención de individuos visionarios para hacer evolucionar el estado en respuesta a la presión de la sociedad civil también ha jugado un papel. 

Podemos citar a León Blum (vacaciones pagas introducidas en Francia en 1936), Franklin D. Roosevelt (el New Deal en 1930), William Beveridge (el estado de bienestar en Gran Bretaña en 1942), Charles de Gaulle (implementación del Programa del Consejo Nacional de la Resistencia en 1945), Olof Palme (primer ministro socialdemócrata de Suecia en la década de 1970) y Barack Obama (Obamacare en 2010). 

Por el contrario, partiendo de un modelo protector de capitalismo, reformadores como Poul Nyrup Rasmussen, padre de la flexiguridad danesa en la década de 1990, y Assar Lindbeck, artífice de la reforma sueca de 1991, ayudaron a que las economías de Dinamarca y Suecia fueran más innovadoras. "

La evolución de la destrucción creativa y el capitalismo continúan. 


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